En febrero de este año, el juez a cargo del Juzgado de Instrucción número 48 de Madrid prohibió a un grupo de mujeres, todas ellas conocidas carteristas integradas en el llamado clan de las bosnias pues poseen esa nacionalidad, acceder al metro de Madrid. Consideró el magistrado que no existía otra fórmula de impedir que estas señoras continuasen desplumando a los pasajeros del suburbano madrileño. Una actividad que han ejercido durante la última década. Hasta ese momento habían sumado conjuntamente nada menos que 330 detenciones. Pese a ello, solo se había podido acusarlas de robos menores sin violencia. "La falta de hurto tiene pena cero", explicaron fuentes policiales. "No se las puede ni detener. Para llevarlas ante el juez tienen que haber sustraído más de 400 euros". videntemente, son muy pocos los transeúntes que llevan esa cantidad de dinero en la cartera. Solo cuando los agentes lograron demostrar que actuaban como un "grupo criminal organizado y jerarquizado" se pudo sustantivar una denuncia contra ellas. A la espera de que se celebre el juicio -en el que pueden ser condenadas a penas de dos a seis años de cárcel según el papel de cada una en el clan-, el titular del mencionado juzgado decidió apartarlas del mencionado medio de transporte sin otro ánimo que proporcionar un descanso monetario a los viajeros.

Sin embargo, como la alegría dura poco en la casa del pobre -y la sensatez menos aún en un país tan moderno como spaña-, el clan de las bosnias podrá regresar al metro de Madrid con toda la tranquilidad del mundo y parte del extranjero sideral o galáctico. La Audiencia Provincial de Madrid ha revocado la medida cautelar que se lo prohibía. ¿Motivos? Qué pregunta: los inviolables derechos de estas señoras. Los magistrados de la Audiencia han tenido en cuenta el recurso del abogado de las carteristas y anulan la medida anterior al considerarla desproporcionada, tanto por extenderse inmotivadamente a toda la red del metro como por no establecer un periodo de vigencia razonablemente previsible. Dicho en castellano comprensible, patente de corso para que estas querubines regresen a sus andadas con renovado ímpetu, habida cuenta de que deben recuperar los tres meses que han estado alejadas de su principal fuente de ingresos y también, cómo no, para pagar la minuta de su eficiente abogado. Todo ello suponiendo que durante este período de descanso no hayan decidido ganarse la vida honestamente fregando escaleras o despachando perritos calientes en una hamburguesería, por no citar otros trabajos igualmente dignos ya que toda ocupación honrada, sea la que sea, ennoblece a quien la ejerce.

La segunda pregunta es igual de simple: ¿a quién protege la ley, a las personas respetables o a los chorizos? Respuesta que les dejo como tarea para casa. Tan solo una cuestión más pese a que alguien me tache de ingenuo: ¿qué es más importante, preservar las garantías de unas presuntas delincuentes o los derechos de unos ciudadanos que no son presuntamente honestos, sino probadamente decentes hasta la memez de seguir pagando impuestos para vivir con un mínimo de seguridad?

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