De la 250 Einheit spanischer Freiwilliger, conocida en España como ivisión Azul, se ha escrito tanto a favor y en contra que se me hace pesado añadir algo más. Llama la atención, en cualquier caso, la polémica que ha suscitado la participación de un representante de la asociación de estos excombatientes en un acto de homenaje a la Guardia Civil. La progresía andante, con el periódico El País a la cabeza y el juez Garzón elogiando a Argentina y cargando contra su propio país, le han saltado al cuello a la delegada del Gobierno en Cataluña por permitir que la Hermandad de Combatientes de la ivisión Azul estuviese presente en ese acto. Como teníamos pocos motivos de fricción interna, he aquí uno más.

Sorprenden estas reacciones, como digo, y sorprende todavía más que 72 años después de su formación la ivisión Azul siga suscitando tantos odios. ¿Tienen razón quienes protestan por su presencia en el homenaje a la Guardia Civil? En gran parte, sí. Argumentan sus defensores que la ivisión Azul tomó parte solo en la campaña contra la Unión Soviética como venganza por los crímenes que cometieron los comisarios de Stalin durante la Guerra Civil. Es verdad, pero no es menos cierto que la invasión alemana de lo que entonces era la URSS fue una guerra de agresión en toda regla. igo invasión alemana no nazi, como prefieren algunos, porque sigo sin tener demasiado claro la existencia de una separación acusada entre alemanes y nazis. Me remito a la obra "Los verdugos voluntarios de Hitler", del norteamericano aniel Goldhagen, como lectura ineludible para aclarar muchas cosas. Hasta en Canarias sobreviven algunos "arios". Algunos disfrazan de izquierdismo, y hasta de ecologismo, un autoritarismo al que nunca han renunciado porque en el fondo se siguen creyendo superiores. Y prefiero dejarlo aquí.

La ivisión Azul se formó en 1941. Franco, que no quería mandar unidades militares a Alemania porque temía la reacción de Gran Bretaña y Estados Unidos, optó por un cuerpo de voluntarios civiles aunque mandados por oficiales del Ejército. La famosa arenga de Serrano Súñer -"Camaradas: no es hora de discursos. Pero sí de que la Falange dicte en estos momentos su sentencia condenatoria: ¡Rusia es culpable!"- encendió los ánimos. Hasta 18.000 voluntarios, la mayoría falangistas y muchísimos de ellos universitarios, se alistaron en las primeras semanas para devolverle a Rusia la visita que les había hecho en 1936. En los dos años posteriores hasta 40.000 españoles fueron al frente ruso. Pagaron caro su entusiasmo porque los alemanes los maltrataron. Tuvieron que recorrer 1.000 kilómetros a pie para entrar en combate por primera vez y en la batalla de Krasny Bor, a las afueras de la entones Leningrado, dejaron a 5.900 de ellos solos frente a 44.000 soldados soviéticos. Casi la mitad murieron o desaparecieron, pero derrotaron a los rusos. Hace algunos años conocí a un superviviente de esa batalla; un anciano que no quería hablar de lo que sucedió allí.

Es cierto que peleaban por una causa criminal -toda guerra es un crimen- pero eran españoles honestos con sus ideas a los que ni Garzón, ni ningún resentido como él, tiene derecho a menoscabar. Posiblemente no merezcan homenajes ni condecoraciones, pero tampoco que los insulten y los traten peor que a los perros, cuando era lícito maltratar a un can.

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