Seguimos dándole vueltas a un dato escalofriante que mencionábamos en nuestro editorial de ayer: el Estado ha dejado de ingresar en Canarias un 82 por ciento del impuesto sobre los beneficios empresariales en el primer semestre de 2013. Ese es el mejor reflejo de cuál es la situación de Canarias. La situación real, no la que nos quiere hacer ver el presidente del Gobierno regional a través de sus periódicos subvencionados y de la Televisión Canaria, que también pagamos todos aunque está exclusivamente a su servicio. Qué ironía: unas Islas que eran conocidas en todo el mundo como las afortunadas, inclusive bajo la dominación colonial española -también esta circunstancia la subrayábamos en nuestro editorial de ayer-, convertidas en el territorio europeo con peores datos económicos. España está a la cola de Europa y Canarias a la cola de España porque mientras sigamos siendo una vil colonia española nos toca la peor suerte, que es lo que siempre le corresponde a los territorios colonizados y esquilmados.

Hay países dentro y fuera de la Unión Europea más pequeños que Canarias. Naciones con menos superficie que el conjunto de nuestras Islas -Malta, por ejemplo, tiene una extensión equivalente a La Gomera-, menos pobladas, menos visitadas por los turistas, peor situadas geográficamente y, en definitiva, con menos recursos que este Archipiélago nuestro, ubicado en una envidiable posición estratégica entre tres continentes. Países a los que no les va mal sino todo lo contrario: casi todos son naciones prósperas en las que sus ciudadanos disfrutan de un mejor nivel de vida que los españoles y, por supuesto, que los canarios. ¿Por qué esas naciones pueden salir adelante y nosotros no?, volvemos a preguntarnos. ¿Qué les impide a los canarios ser un pueblo próspero, si siempre han destacado como personas laboriosas en todos los países a los que han tenido que emigrar?

Lo único que nos impide ser libres, lo único que nos separa de esa ansiada meta de ser una nación soberana con su Estado es el egoísmo español. La cerrazón de los gobernantes de Madrid y también el falso nacionalismo de Coalición Canaria. Con un nacionalismo fuerte como el que existe en otras naciones de la Península ibérica también sometidas por España otro gallo nos cantaría. Nos da pena el aplatanamiento del pueblo canario. ¿Cómo es posible que nos crucemos de brazos, como si aquí no estuviera pasando nada, mientras las oficinas de la Hacienda española arrasan con todo lo que trancan? No incitamos a la violencia pero sí a la acción pacífica contra un robo a manos llenas. Porque por mucho que la recaudación fiscal que lleva a cabo la Hacienda española en nuestras Islas se ajuste plenamente a las leyes -leyes que no son nuestras-, en la práctica lo que estamos padeciendo es un latrocinio. ¿Cómo piensa el Gobierno español paliar la merma de lo que ha dejado de recaudar por imposiciones a las empresas? ¿Tal vez aumentando la carga fiscal o incrementando impuestos infames, como el relativo al patrimonio? Preferimos pensar que no porque sería el colmo.

La recaudación de impuestos, no por este concepto que hemos citado pero sí por otros, también afecta al Gobierno de Canarias. ¿Qué va a hacer, asimismo, Paulino Rivero? ¿Está pensando en subir los impuestos o, comportándose de forma sensata al menos una vez en su vida política, va a reducir gastos innecesarios? En concreto, nos gustaría saber si va a dejar de despilfarrar dinero público en subvencionar a dos periódicos cuya difusión es inferior a la que tiene EL DÍA -uno de ellos posee un número ínfimo de lectores- y en mantener una radio y una televisión autonómicas inútiles para todos los canarios, salvo para el propio presidente y sus secuaces políticos. Aunque tal vez opte Rivero por seguir recortando las ayudas sociales, como hizo cuando le quitó la comida de la boca a los niños canarios hambrientos para mantener a su tropa de asesores y las subvenciones a los dos diarios.

Los canarios tenemos que reaccionar. Durante años hemos alentado el independentismo desde nuestros comentarios y editoriales, pero ha llegado la hora de pasar de las palabras a los hechos. No hechos violentos, lo reiteramos, porque jamás hemos apoyado las actitudes violentas, sean cuales sean sus causas y sus fines, y jamás lo haremos. Violentos no, pero sí contundentes; lo suficiente contundentes para que en Madrid se den cuenta de que no pueden seguir manteniendo esta finca de ultramar y para que los dirigentes de Coalición Canaria comprendan de una vez que Rivero les está aniquilando el partido de la misma forma que ha acabado con las Islas, que en absoluto tienen ya retorno, salvo que el pueblo pida la independencia.