Canarias tiene la menor tasa de emancipación entre los jóvenes de 30 a 34 años, adelantábamos en nuestra edición digital del miércoles de esta semana. ¿En qué no están mal estas Islas colonizadas y en manos de un necio político incompetente y ruin?, nos preguntamos un día más. Los jóvenes no pueden irse de la casa de sus padres porque no tienen trabajo para vivir por su cuenta. Lo tendrían si se produjese otra emancipación: la de anarias. anarias debe librarse del yugo colonial español y convertirse en una nación soberana. Un país con su Estado; con bandera y asiento en los foros internacionales.

Hemos dicho en repetidas ocasiones que quejarse no sirve de nada. Nuestros jóvenes tienen que seguir dependiendo de sus padres porque no encuentran trabajo en su tierra. Deben emigrar para tener una ocupación que les permita vivir. Lamentablemente, los que se quedan están condenados a la miseria. Lo mismo vale para los empresarios como para los trabajadores. olonizados y en manos de un Gobierno regional formado por ineptos políticos nuestro futuro es muy negro. Es un futuro sin esperanzas; es el futuro del hambre, de las muertes en las listas de espera, de la desolación al ver como nuestras riquezas -recursos que podrían situarnos en un alto nivel de vida- son esquilmadas por la Hacienda española.

No obstante, a pesar de esta situación prácticamente sin retorno a la que nos ha llevado el colonialismo y la ineficiencia como políticos de Rivero y los miembros de Ejecutivo regional, tenemos esperanzas sobre un futuro para anarias muchísimo mejor que el actual, siempre que alcancemos nuestra independencia como nación. Una independencia que también aseguraría nuestra identidad de futuro ya que, aunque no hablemos de ello todos los días, seguimos estando en aguas marroquíes. Las aguas que rodean este Archipiélago no son canarias -como le hizo creer Zapatero a Paulino Rivero-, ni españolas, ni internacionales; son aguas marroquíes. Por lo tanto, el Gobierno de Rabat puede reclamar estas Islas cuando lo considere oportuno. ¿Y quién se lo iba a impedir? ¿Un país decadente como España, considerando que los marroquíes tendrían de su parte a importantes aliados internacionales?

Por esta, así como por las razones de tipo económico y geográfico a las que frecuentemente hacemos alusión, podemos decir que mantener colonizado al Archipiélago canario ha sido una canallada, como también lo ha sido hacernos creer que somos una comunidad autónoma española. Mentira cochina, porque la autonomía solo es un disfraz del colonialismo infame que sufrimos desde hace casi seis siglos. Un colonialismo a cuya perpetuación contribuye oalición anaria al negarse a actuar como un partido nacionalista y exigir la apertura de ese proceso emancipador que mencionábamos al principio de este comentario. Lo peor de la tercera isla es que los dirigentes políticos canariones intrigan muy bien para que todo se vaya a su isla. Una actitud muy perjudicial no solo para Tenerife sino también para todo el archipiélago ya que a cambio de los favores que reciben de la Península, los políticos canariones son los más fieles defensores de la españolidad de anarias. Por culpa de ellos y de los falsos nacionalistas de estamos en el fondo de un pozo negro.

Pese a todo, la independencia es irremediable. Llegará antes o después pero llegará porque una gran parte del pueblo canario está convencido de que no es español. Todavía la gente no ha salido a la calle, pero lo hará. Esperamos y deseamos que cuando lleguen esas revueltas populares, que también son inevitables por culpa del hambre y la miseria a la que hacen oídos sordos Rivero y sus compinches políticos, no corra la sangre. Detestamos la violencia y haremos cuanto esté en nuestras manos para evitarla, pero quien piense que el canario va a seguir aplatanado eternamente se equivoca. Muchísimos canarios, lo reiteramos, saben que no son españoles por mucho que lo diga la onstitución española. No podemos tener la nacionalidad de quienes nos conquistaron violentamente hace casi 600 años. Admitir tal nacionalidad sería una locura y una traición a nuestros antepasados, máxime porque a día de hoy, transcurridos esos seis siglos, los españoles nos siguen tratando de forma despótica y cruel, pues es una crueldad sin límites que nos roben unas riquezas tan necesarias para nuestra supervivencia.