"Estaba limpiando todos los trofeos que están en la habitación de casa y llegó Pedro y me dijo: ¿Para qué haces eso? Cuando yo me muera tiras todo. ¡De eso nada!, respondí, me lo llevo al cielo y formamos una comparsa que es lo que siempre he querido". Así recordaba Victoria Álvarez a su esposo, Pedro Gómez Cuenca, el Charlot de Tenerife, en el velatorio.

En la tarde de ayer tuvo lugar lugar un funeral que no fue fiel reflejo de la admiración del pueblo de Tenerife. Apenas doscientas personas: familiares, vecinos y componentes de La Zarzuela, a la que pertenecen las hijas del Charlot. De resto, faltó Carnaval. Estaban el alcalde, el concejal y algunos incondicionales: los exgerentes de Fiestas Juan Viñas y Pedro Mengíbar, los comparseros José Manuel González (Cariocas), Fernando Hernández (Joroperos), Luis Hernández (Danzarines), Esteban Reyes (Brasileiros); de las murgas infantiles Ángeles González (El Cabito) y Ángel González (Carricitos); de las adultas Maxi Carvajal (Diablos Locos), Carlos Estévanez (Trabas), Fermín Hernández (Mamelucos), Naara (Triquikonas) y Yerai Lorenzo (Lenguatrapos); el diseñador decano Miguel Ángel Castilla; los directores de galas Juan Carlos Armas y Sergio García; el cantante Pepe Benavente, el director de La Zarzuela Salvador Rojas, y la mayoría de los personajes del Carnaval y Antonio Suárez, de Barbacoa, donde tantas noches actuó el Charlot. Entre las coronas, una del Charlot de Santa Mónica.

Fue una despedida de cine mudo para el Charlot. Por la mañana, la junta de gobierno del ayuntamiento acordó iniciar honores para Pedro Gómez Cuenca. Premio Opelio Rodríguez ya hace casi una década y media, Santa Cruz le dedicará una calle a la espera de la escultura que está por llegar.