El barrio de Las Angustias, en Icod de los Vinos, celebró en la tarde de ayer la tradicional Librea del Diablo y la Diabla que, junto a los tradicionales cabezudos, danzaron por las calles del barrio al son del tajaraste en una singular ofrenda a la Virgen de Las Angustias que divierte y atemoriza a los más pequeños.

Las figuras gigantes de los diablos y su corte de acompañantes danzaron desde las cuatro de la tarde y hasta que la Virgen de Las Angustias salió a la calle en procesión. La celebración religiosa puso el punto final a una tradición que cuenta con una larga historia, aunque durante el franquismo llegó incluso a ser prohibida en varias ocasiones porque, según se afirmaba entonces, era contraria al fervor religioso.

Desde el Ayuntamiento de Icod se recuerda que estas prohibiciones "no consiguieron terminar con una costumbre arraigada que en la actualidad forma parte de la propia idiosincrasia de los icodenses y que, cada año, gana en público y aceptación popular".

La librea de los diablos era una tradición frecuente en los barrios y caseríos en la época del Corpus Christi. Representaba la lucha de las fuerzas del infierno contra el Arcángel San Miguel.

Aparte de esta curiosa tradición, el barrio de Las Angustias guarda en su pequeña ermita alguno de los tesoros patrimoniales más importantes de la Ciudad del Drago, rodeados, además, de "un halo misterioso que hacen de este lugar uno de los más fascinantes de Icod de los Vinos", según recuerda el consistorio.

Entre sus atractivos, la propia imagen de la Virgen de las Angustias, que fue traída de México; el cuadro del siglo XVII de la aparición de la Virgen de Candelaria a los guanches, que se dice que muestra el verdadero retrato y tamaño de la imagen de la Virgen que desapareció en el aluvión de 1826, con las enigmáticas "letras de la Virgen", o el caimán disecado que se custodia en una urna a la entrada del templo, también conocido como "El lagarto de Las Angustias", que tiene su propia leyenda.