Las fiestas de agosto de Candelaria no serán lo mismo sin los tres vivas a la Virgen o sin el mensaje que desde el balcón del viejo ayuntamiento transmitía el padre Jesús Mendoza a la multitud que abarrotaba la plaza de la Patrona de la Villa Mariana.

Ayer, poco después del mediodía, a la hora del Ángelus, falleció el dominico, cuatro días después de que fuera ingresado en el Hospital de La Candelaria tras sufrir un infarto. El padre Mendoza y la medicina parecían reñidos, y siempre desafió a la diabetes que le pasó factura en los últimos años, primero a la vista y que más tarde incluso le supuso la amputación de una pierna.

Hijo Adoptivo de Candelaria, donde una calle lleva su nombre, su destino casi parecía vinculado a la Virgen desde su nacimiento, el 10 de agosto de 1944, días antes de la fiesta grande de la Patrona.

Natural de Juncalillo, en Gáldar (Gran Canaria), el padre Mendoza, hijo de Plácido y Modesta, tenía cuatro hermanos; de ellos, una es dominica. Cuenta el cronista oficial de Candelaria, Octavio Rodríguez Delgado, que Jesús Mendoza quiso estudiar medicina para ser psicólogo, pero la falta de dinero en el seno de su familia le impidió salir de Canarias. De hecho, trabajó como peón de albañil para poder costearse sus estudios, antes de entrar en el seminario de Las Palmas, donde cursó bachillerato. Con 22 años ingresó en los dominicos, por lo que se trasladó a Córdoba, y permaneció hasta 1986, cuando llegó a Candelaria.

Antes de su ordenación, Jesús Mendoza fue uno más en los movimientos obreros católicos y la acción social de Cáritas, acompañando incluso a quienes emigraron en busca de empleo en Alemania.

Siendo novicio, Mendoza venía cada año a las fiestas de agosto, donde se sentía uno más entre la gente del pueblo. En 1966 fue ordenado en la parroquia de Las Cuevecitas, recién inaugurada, y veinte años después es destinado a Candelaria, donde fue prior en diferentes etapas.

Candelaria le debe a Jesús Mendoza el impulso de la parroquia de Santa Ana, el centro de acogida que promovió en la subida de Iguesta y abierto hace unos años. Con Jesús Mendoza llegó la apertura de la Basílica al pueblo. Fue el apóstol de María de Candelaria, a la que llevó en peregrinación a Santa Cruz y La Laguna. Entre sus retos conseguidos, la ruta mariana del obispo Damián Iguacen; su desconsuelo, la remodelación de la plaza de la Basílica, que avanzó con los nuevos guanches. A Jesús Mendoza más de una vez se le vio detrás del muro de algún solar del pueblo para luchar contra la droga. Temperamental, carismático, predicador por definición, era el "obispo" del pueblo, y esta tarde, a las 15:00 horas, lo despiden en la Basílica de Candelaria, donde algunos, desde ayer, "han visto llorar" a la Virgen por su marcha.