Nadie debería ignorar a estas alturas el compromiso de EL DÍA con la libertad del pueblo canario. Hace años que exigimos la independencia para estas Islas porque consideramos que el Archipiélago era una nación antes de que fuese invadido por las tropas regulares de Castilla y los mercenarios andaluces, extremeños y de otras regiones peninsulares que las acompañaban. Hemos sido perseguidos por el simple –y democrático– hecho de convertirnos en la voz del pueblo canario. La única voz, pues Coalición Canaria es un partido plagado de falsos nacionalistas que nunca han clamado, ni en las Islas ni en Madrid, para pedir que acaben de una vez casi seis siglos de colonialismo.

No obstante, todavía hay quien duda del camino que hemos emprendido. Alguien que se permite denostarnos en un acto patriótico, como lo es el homenaje a la bandera canaria celebrado en La Laguna, pese a que este periódico ha sido el único medio de comunicación que lo ha apoyado abiertamente. Concretamente, un sindicato nos acusa de ser la vanguardia de los negociadores con la Metrópoli para seguir manteniendo el poder y acumular más capital. Se nos tacha de propiciar la explotación del obrero canario. Añade este sindicato que la independencia de la mano de la burguesía y de la cacicada canaria es un sinsentido, ya que su estrategia no es otra que garantizar su poder y sus beneficios, amparados ahora en el pacto colonial del Estatuto de Autonomía y en los beneficios que el colonialismo español les reporta como testaferros. Consideran también los redactores de esta diatriba que "la independencia será socialista o seremos la nueva república bananera africana gobernada por los que han estado toda la vida garantizando el colonialismo español". Con el resto del comunicado que se leyó el sábado en La Laguna, durante la celebración de dicho acto, estamos de acuerdo como no podría ser de otra manera.

No vamos a rebatir las injustas críticas recibidas porque las infamias se rebaten ellas solas. Tan solo les decimos a estos sindicalistas socialistas o comunistas que la han cagado. Pedimos disculpas a los lectores por esta expresión, pero no encontramos en nuestro léxico ninguna más adecuada para definir un planteamiento tan ruin y tan desagradecido. No se puede enarbolar la bandera del nacionalismo, y mucho menos la auténtica bandera nacional canaria, para arremeter contra el único periódico, lo repetimos para que nadie lo olvide, que apuesta abiertamente por la libertad de nuestras Islas a pesar de los problemas que conlleva nuestra línea editorial.

No hace falta ser sindicalista, socialista o comunista para defender la independencia de Canarias. Es suficiente con ser patriota. En el patriotismo que propugnamos caben todas las ideologías, desde las conservadoras a las progresistas, siempre que se rijan por la idea común de que no somos una comunidad autónoma española ni una región europea ultraperiférica, sino una nación privada de su identidad, de su dignidad y de su libertad. Una nación privada asimismo de sus recursos, porque la Hacienda española rapiña sistemáticamente nuestras riquezas y se las lleva a la Península. A nosotros nos dejan el paro, el hambre, la emigración y hasta las muertes en las listas de espera para recibir atención hospitalaria.

Lejos de ser la vanguardia chantajista de la negociación con la Metrópoli, somos los primeros que nos negamos a establecer con el país que nos coloniza cualquier negociación que no sea para establecer un calendario de traspaso de poderes. A diferencia de los nacionalistas catalanes, no tenemos que pactar la autorización de una consulta que, simple y llanamente, rechazamos. Hemos dicho en infinidad de ocasiones que Canarias no necesita un referéndum de autodeterminación porque estas Islas ya eran un territorio libre antes de que se produjese una invasión y un genocidio que supera, relativamente, al cometido por Hitler con los judíos. Por lo tanto, no hay nada que convenir salvo, lo reiteramos, la hoja de ruta para el traspaso de poderes. Criticamos constantemente a los políticos de Coalición Canaria que negocian –más bien mendigan– ayudas en Madrid. Y si no estamos por la labor de pactar nada que no sea la inmediata emancipación colonial de este Archipiélago, ¿cabe en cabeza alguna que podemos ser la vanguardia de quienes pactan con los políticos de Madrid perpetuar nuestra esclavitud colonial?

Asunto distinto es que defendamos las empresas. El milagro de la multiplicación de los panes y los peces ocurrió una vez, de la misma forma que en tiempos bíblicos caía el maná del cielo. Desgraciadamente, los milagros no se producen todos los días. De donde no hay no se puede sacar. Es muy doloroso para un empresario tener que prescindir de algunos de sus trabajadores, inclusive si, como es nuestro caso, han dejado de ser necesarios debido a la angustiosa situación económica que seguimos soportando. Solo quien nunca ha sido empresario puede pensar que despedir a personas que se conoce desde hace muchos años es como coser y cantar. Sabemos que los despidos son mucho más dolorosos para los trabajadores afectados. No obstante, la alternativa a no hacer nada es mucho peor porque supone el cierre total de la empresa a corto plazo, con la pérdida no únicamente de unos cuantos puestos de trabajo sino de todos. Esto es válido tanto si lo dice el presidente de la Cámara de Comercio como si lo afirma el más humilde tendero que lucha por mantener abierto su comercio.

Por otra parte, no nos engañemos. Los culpables de que resulte imprescindible despedir personal no son los empresarios. Lo son los necios políticos que están en el Gobierno de Canarias. Lo son Paulino Rivero y la cuchipanda de adulones que lo rodean. Lo son los medios de comunicación que ocultan la verdad a cambio de un rancio plato de lentejas. Y lo son, principalmente, los gobernantes españoles que persisten en no soltar la finca canaria porque mientras les siga dando beneficios continuarán exprimiéndonos a todos como limones. Y cuando ya no quede jugo que sacarnos, nos arrojarán al cubo de la basura. No perdamos la perspectiva. Los enemigos de Canarias son conocidos.

Llegados a este punto, nos preguntamos quiénes son los que no quieren la independencia: nosotros, que la reclamamos a diario, o quienes arremeten contra la única voz que tienen los patriotas. ¿A favor de quién están los sindicalistas que atacan a EL DÍA? ¿Quiénes son los que realmente están dando muestras de connivencia con los políticos metropolitanos? Son preguntas cuyas respuestas nos gustaría conocer. Al final se sabrá quiénes son los que realmente quieren la libertad de Canarias y quiénes se contentan no solo con seguir narcotizados o aplatanados, sino con consentir la prolongación sine die del poder de España sobre Canarias.

Independencia. Ese es nuestro objetivo por encima de cualquier ideología o luchas de clases. Ya habrá tiempo después para discutir entre nosotros lo que debamos discutir. El primer paso es conseguir una libertad avalada por una situación geográfica que es muy contundente, y una historia que lo es todavía más porque narra la invasión y la masacre sufrida por un pueblo que vivía en armonía y en libertad. Un genocidio relativamente peor, lo decíamos antes, que el cometido por los nazis, pero que a diferencia de este sigue impune pese a ser igual de odioso.

Lo reiteramos: quienes atacan a quienes atacamos a los colonialistas son cómplices de los españolistas, de los amantes de la españolidad, de los leales a España y de todos los que quieren que la Península siga mandando en Canarias.