El procesado por asesinar a su esposa en mayo de 2010 en San Isidro, el ecuatoriano Pablo César Quinzo, sospechaba que su mujer le era infiel. Así lo afirmó ayer el hermano de la víctima, quien declaró como testigo en el juicio con Tribunal de Jurado que se desarrolla en la Sección V de la Audiencia Provincial, bajo la presidencia del magistrado Francisco Javier Mulero Flores. El hermano de la fallecida comentó que el acusado llamó a su madre para quejarse: "su hija se está portando mal"; es decir, que pensaba que su mujer tenía otra relación sentimental. El citado testigo se enteró del suceso por el hermano de Pablo, quien le dijo que acudiera a la casa del matrimonio. Fue entonces cuando descubrió el hecho trágico y esa misma persona lo llevó a un rincón para decirle: "¡Se mataron!" El hermano de la víctima negó ayer tajantemente que su hermana tuviera intención de quitarse la vida, ni tampoco la consideraba una persona violenta o que pudiera tener otra relación. La fallecida y Quinzo se sometieron a un tratamiento de fertilidad, pero él se cansó antes de dicho proceso.

Días antes de su muerte, la víctima estaba ilusionada con viajar a Ecuador para reencontrarse con toda la familia. Dicho testigo señaló que con su hermana hablaba de asuntos de trabajo y proyectos, pero nunca de asuntos íntimos o de pareja.

El hermano de la víctima describió a su excuñado como un individuo "muy exaltado", es decir, que se enfadaba con cierta facilidad de forma violenta. Respecto al carácter de la fallecida, comentó que "era muy reservada", y que abogaba por "lavar los platos sucios en casa". La dueña de una agencia de viajes de El Fraile aseguró que hubo cierto enfado entre el matrimonio por las fechas de estancia en Ecuador, pero que después se pusieron de acuerdo.