¿A dónde vamos solos? ¿De qué manera gobernaríamos? Las reflexiones las hacía esta misma semana, en plena marejada política por las mociones de censura, un dirigente de Coalición Canaria (CC).

Lo hacía, incluso, antes de que nacionalistas y socialistas lavaran en privado, en el seno de la Mesa de Seguimiento del Pacto, los trapos sucios de la semana. Y sus afirmaciones, bastante premonitorias, coincidieron bastante con el resultado de tan esperada cita.

Coalición y PSOE, PSOE y Coalición, se han aferrado a las críticas al Partido Popular (PP) -improvisado pegamento del pacto de gobierno- para justificar su unión presente, y futura.

Presente, porque ni unos ni otros parecen dispuestos a romper lo que unieron en 2011. Futura, porque se han jurado fidelidad mutua. Por la unidad están dispuestos, incluso, a perdonarse cuanta infidelidad se produzca en el camino. El PP ya no parece la novia rica a la que todos querían.

Las palabras del dirigente nacionalista fueron corroboradas este viernes por otro destacado miembro del PSOE canario, que prefiere no identificarse. "Nunca ha estado en peligro el pacto. Ha sido más una forma de escenificar. Se ha leído en clave interna de los partidos. Ahí sí ha habido diferencias", llegó a decir este dirigente.

Sus palabras vienen a demostrar que la alianza que suscribieron Paulino Rivero y José Miguel Pérez (con permisos de parte de sus partidos) en el verano de 2011 se mantendrá más como ejercicio de necesidad para ambas formaciones que de acierto en las tareas de gobierno.

Da igual las consecuencias que se deriven del tránsito que ambos se empeñan en seguir recorriendo juntos. Lo importante es estar unidos. En definitiva, lo importante es contener el avance de poder, a golpe de censuras, iniciado por el "enemigo" popular. ¿Hasta cuándo? Ni siquiera ellos lo saben.

Si, entre tanto, se desintegran agrupaciones locales e insulares se pasa página y se empieza de nuevo. Se les acusa de infieles y se les pasa por la hoguera de los estatutos. Ellos son los malos. Hay que guardar las formas. Hacerse creíbles.

Ni siquiera la tan esperada reacción de los críticos, principalmente de Coalición Canaria, se ha producido esta vez. Por lo menos de momento.

Algunos de los consultados prefieren aguardar en las trincheras y esperar hasta que se resuelvan las dudas jurídicas que generan las mociones de censura en Tacoronte y el Cabildo de La Palma, principalmente, para actuar. Si finalmente se consuman, prometen guerra. Pero una guerra con ataques medidos. Y es que tal vez a estas alturas ya no interese tanto que el pacto se rompa. Por eso su esfuerzo volverá a centrarse en forzar al presidente Rivero a desistir de su intención de intentar volver a ser el candidato de CC a la Presidencia del Gobierno de Canarias en 2015.

Pero para eso habrá que esperar. ¿Cuánto? Tal vez demasiado. Nacionalistas y socialistas coinciden en señalar que la etapa previa a las elecciones europeas del próximo año puede marcar un antes y un después en su acuerdo. Si pasa la prueba, que será dura, habrá pacto para rato. Si no, vuelta a empezar. Al fin y al cabo, en Canarias un pacto de gobierno regional nunca ha llegado al final de la legislatura. ¿Será este el primero?

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