El archipiélago que forman las Islas Medas, junto con el macizo del Mongrí y los humedales del Baix Ter, se ha convertido en un laboratorio natural al aire libre que ha exportado su modelo de gestión a otras reservas marítimo-terrestres del Mediterráneo interesadas en compatibilizar el desarrollo y el uso público con la conservación de los recursos naturales.

Se trata de hecho de ecosistemas muy diferentes entre sí (fondos submarinos, un macizo calcáreo y marismas litorales) pero concentrados en "sólo" 8.000 hectáreas catalogadas como Lugar de Importancia Comunitaria y como Zona de Especial Protección para las Aves, las dos figuras de protección previstas en la Red Natura 2000.

La bióloga del Parque Natural del Mongrí, Islas Medes y el Baix Ter Mapi Carabús se apoya precisamente en el eslogan que durante años ha utilizado este espacio para su promoción ("Un parque, tres paisajes") para poner en valor la importancia ecológica del lugar y destacar sus singularidades medioambientales.

En declaraciones a Efe, Carabús ha apuntado que el principal valor de este espacio es haber conseguido el equilibrio entre conservación de sus recursos y uso público de los mismos como motor de desarrollo, pero también que el reto que afronta es mantener ese "frágil" equilibrio y que las actividades humanas no acaben dañando la salud de los ecosistemas.

Las Islas Medas cuentan con una de las reservas de flora y de fauna marina más importantes del Mediterráneo occidental, y se han convertido en una de las "mecas" del submarinismo, por lo que conviven en el lugar decenas de empresas que ofertan actividades y servicios náuticos y subacuáticos.

El Mongrí es un macizo calcáreo que sobresale en medio de la llanura ampurdanesa con notables singularidades geológicas (cuevas o simas) y los humedales del Baix Ter conforman varios ecosistemas distintos entre los que destacan las marismas, las playas naturales y los sistemas dunares.

Mapi Carabús ha subrayado que se trata de tres espacios "muy diferentes, pero muy singulares" y que su principal valor reside sobre todo en estar "tan juntos y unidos".

La bióloga ha destacado el potencial turístico de la zona, que a su juicio se ha multiplicado desde la incorporación de la superficie terrestre a la zona integral de protección que inicialmente se limitaba a los siete islotes que integran las Medas.

Bajo el mar se localizan densas poblaciones de algas, centenares de especies de animales de vivos colores, corales, grandes bloques de rocas, estrellas, gorgonias, pulpos, langostas y delfines mulares.

Sobre las rocas, la gaviota argéntea de pata amarilla tiene en las Medas una de las poblaciones más importantes del Mediterráneo, y destaca además la presencia de garcetas comunes, garcillas bueyeras, martinetes, cormoranes y hasta pequeñas rapaces como el halcón peregrino.

Los pájaros, y entre ellos las aves marinas, son los auténticos protagonistas de la fauna terrestre, ya que están contabilizadas hasta 189 especies.

Las cifras revelan la importancia de este espacio de la Red Natura 2000, ya que el Parque Natural del Mongrí, Islas Medes y el Baix Ter acumulan hasta 25 hábitats diferenciados, de los cuales once están catalogados como "de interés comunitario" y tres de ellos como "prioritarios".

A la abundante flora y fauna marina y a la gran cantidad de aves que justifican que ésta sea una de las mayores y mejores reservas marítimo-terrestres del Mediterráneo se suman dos "joyas" invertebradas: la mariposa conocida como "doncella de ondas rojas" y el "ciervo volante", el escarabajo más grande de Europa.

En su conjunto, los recursos naturales y paisajísticos de estos espacios se han convertido en el principal atractivo turístico de la comarca y en el principal motor de desarrollo de toda la zona, un ejemplo de desarrollo sostenible sobre la Red Natura que están imitando otras reservas marítimo-terrestres del Mediterráneo.