En los primeros años de siglo, el entonces incipiente fenómeno denominado "botellón" desembocó en un torrente informativo. Aquel "combinado", con una parte de quejas vecinales más la protesta de las recién creadas plataformas ciudadanas contra una práctica considerada incívica, bien mezclado con un toque de "alarma social", "embriagó" a los políticos de todas las ideas y colores.

Con el paso del tiempo, quizá por causa de la costumbre, se ha ido apagando aquel eco mediático, lo que no quiere decir que el fenómeno haya desaparecido. Bien al contrario, un acercamiento a La Laguna -foco de atracción de población juvenil por su condición de ciudad universitaria- descubre cómo políticos y técnicos municipales identifican el "botellón" como un problema de calado en la gestión pública.

Este fenómeno puede definirse, a grandes rasgos, como una práctica que consiste en la ingesta de alcohol, por parte de los jóvenes, que lo consumen en grupo y en un espacio público. Y en La Laguna, aunque existen áreas tradicionales de "marcha", no existen puntos definidos y los grupos se desplazan en una rotación que básicamente busca eludir la actuación policial.

El hecho objetivo es que la ocupación de esos espacios públicos (plazas, calles, aparcamientos, etc.) trae asociados impactos socioambientales que resultan molestos y provocan trastornos a los viandantes y vecinos que desean disfrutar de su descanso.

Las repercusiones son visibles y se acumulan, de igual forma que los residuos generados por el consumo de bebidas alcohólicas y comida; el excesivo ruido ambiental en horario nocturno, actuaciones insalubres (orines, vómitos...), la percepción de inseguridad ciudadana o la degradación del paisaje urbano.

La respuesta frente a estos impactos por parte del Ayuntamiento de La Laguna van desde una solución técnica (limpieza) hasta la más puramente coercitiva (intervención de la Policía Local).

En este sentido, el primer teniente de alcalde y concejal de Servicios Municipales, Javier Abreu, lamenta que el ayuntamiento se vea obligado a "realizar un esfuerzo extra" para disponer una eficiente recogida y gestión de los residuos, así como el "baldeo" de orines o vómitos en zonas de botellón, "incorporando cada fin de semana personal de refuerzo al servicio de limpieza". Y estas actuaciones no se limitan a la zona del Cuadrilátero, la de mayor densidad, sino a puntos como Las Gavias, las plazas de San Juan y Secundino Delgado, áreas recreativas como la Mesa Mota...

Por su parte, el concejal de Seguridad, José Alberto Díaz, se muestra crítico con los cambios de hábitos y cuestiona los horarios de cierre de los locales de ocio o la prohibición de fumar en su interior, "lo que provoca que las personas salgan al exterior de los recintos y una animada charla a las tres de la mañana se amplifique".

Con todo, José Alberto Díaz entiende que "la crisis" ha generado cambios en la "forma de consumo", pero insiste en que desde la Concejalía de Seguridad se hace seguimiento del fenómeno. "De hecho, con la antigua ordenanza las sanciones resultaban ridículas, representaban algo así como una parte más de la consumición, y a petición del Foro de Convivencia la hemos modificado, incrementando los importes y, además, levantando actas".

La realidad es que la cercanía de la Policía Local resulta disuasoria y disuelve las concentraciones, pero el "botellón" se convierte así en un fenómeno "itinerante" y la molestia va entonces por barrios.

La ordenanza municipal

El Ayuntamiento de La Laguna aprobó el 28 de enero de 2013 la ordenanza sobre "botellón", cuya competencia sancionadora corresponde por infracción leve a las Corporaciones Locales en la Comunidad Autónoma de Canarias. La ordenanza municipal se centra y actúa en las acciones tipificadas como infracciones leves, que pueden calificarse según el siguiente baremo: Leve grado bajo: Consumo de alcohol en la vía pública. Leve grado medio: Reiteración o habitualidad por cometer dos faltas leves de grado bajo en el plazo de seis meses. Leve grado máximo: Consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública, asociado a la instalación y funcionamiento de dispositivos acústicos de audio con alto nivel sonoro.

Las sanciones

Las sanciones: Grado bajo de 200 a 333 euros Grado medio de 344 a 466 Grado máximo de 467 a 600 Las conmutaciones por días de prestación a la comunidad: Grado bajo de 12 a 19 días

Grado medio de 19 a 27 días

Grado máximo de 27 a 35 días