El cuerpo sin vida de Nelson Mandela regresó ayer entre vítores a su pueblo natal de Qunu, en el sureste de Sudáfica, para ser enterrado hoy en el terreno de la casa de su familia.

El expresidente regresó a la aldea en la que vivió su infancia en medio de una nutrida comitiva precedida por agentes de la Policía Militar motorizados, escoltada desde el aire por helicópteros castrenses y cerrada por tanquetas caqui del Ejército.

Miles de vecinos de la zona salieron al paso del convoy para homenajear a su héroe, cuyos restos mortales llegaron después del mediodía al aeropuerto de Mthatha, a unos treinta kilómetros de Qunu, procedentes de Pretoria y a bordo de un avión militar.

A lo largo del tramo de la carretera N2 que une esa ciudad con Qunu, ciudadanos locales y otros procedentes de muchos puntos de Sudáfrica aclamaron al cortejo fúnebre con canciones de agradecimiento, bailes e imágenes del antiguo activista.

En la entrada de Qunu fue recibido por centenares de personas, algunos de ellos vecinos, que recordaron a Efe sus vivencias con Madiba, como se conoce popularmente al exmandatario en su país.

"En la Navidad de 1995 se paseó por aquí y saludó a todos los habitantes del pueblo que encontró", relató la lugareña Cynthia Xala.

"Los más jóvenes le recuerdan sentado en la entrada de su casa durante las fiestas para niños que organizaba muchas Navidades", añadió Oyama, una joven que asistió a una de estas reuniones.

4.000 invitados

El funeral de Estado de Mandela se celebra hoy en el pequeño pueblo de Qunu (sureste de Sudáfrica), donde el antiguo estadista pasó su infancia y pidió ser enterrado. El lugar escogido es un terreno propiedad de su familia. Unas 4.000 personas, entre ellas una veintena de mandatarios internacionales y dignatarios como el Príncipe de Gales. El arzobispo emérito de Ciudad del Cabo, Desmond Tutu, lamentó no poder asistir tras no ser invitado por el Ejecutivo.