Soy es uno de los días favoritos del año en casa. Tengo vagos recuerdos de cómo era en mi infancia, pero viniendo de una familia de 9 hermanos, nacidos todos durante la guerra y la postguerra, con muchas vicisitudes y escasez donde lo importante era el sustento y el vestir, supongo que los regalos eran algo accesorio, aunque siempre había algo, especialmente para los niños. Lo que realmente eché de menos aquellos días de heladas, escarchas y nieve, era un buen jersey colorido de cuello alto que nunca llegué a tener. Pese a todo, reconozco que mis padres fueron auténticos titanes, pues nunca faltó alimento, ropa y calzado, siempre sencillos y prácticos, y teniendo en cuenta que éramos once en total, viviendo con el modesto sueldo de un militar, entonces era sargento, nos criamos con fuerza, voluntad y agallas, algo imprescindible para sobrevivir en una situación fuera de la común, por eso siempre los tengo presentes.

En mis tiempos los grandes días festivos del año eran otros, como aquel dicho o refrán: "Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol, Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión". Muchos de estos días de asueto han sido relegados y defenestrados por las instancias políticas de turno, para conmemorar otros que nada tienen que ver con la idiosincrasia del pueblo español. Aunque no guste, en las principales fechas del calendario vacacional sigue estando presente la Iglesia, pero por mucho que quieran quitar o trasladar, jamás osarán sustituir el día de Los Reyes Magos. Sean religiosos o no, esta fecha representa la alegría de vivir de los niños y no tan niños, y como decía en su plática el padre Lucio González, en Santo Domingo en La Laguna: "dejad que los niños se acerquen a mí y también los mayores porque todos somos hijos de Dios". La sonrisa de un niño mueve el mundo, y en esta fecha tan entrañable, observar sus caras y cómo brillan sus ojos a la llegada de Los Reyes Magos al estadio, o a lo largo del recorrido por las calles de la ciudad, no tiene precio. Es un día de ilusión para todos.

Como padre de seis hijos, siempre que la economía me lo permitió, intenté satisfacer sus sueños e ilusiones, sobre todo con cosas que no pude tener. A veces me parecían poco los regalos, y aunque ya tenían hasta cinco o seis paquetes, consideraba que había algún desequilibrio, y me lanzaba a las dos de la madrugada al mercado en busca de otros presentes para completar y llenar los zapatos. Ellos siempre estaban contentos y felices, y ahora de mayores cuentan cada uno se visión, y entre risas comentan que nunca les dejamos lo que ellos pedían. Será cierto, pero daba gusto como se divertían sin ningún trauma.

Hace veinte años que vivimos en crisis en casa, así que estos reyes no serán distintos de los anteriores. Se hace una "vaquita" y LAS REINAS MAGAS, en femenino porque son dos de mis hijas las que se encargan de estirar las perras, a estrujarse la cabeza para contentar a los nueve de familia. Se pone una lista en la nevera para que cada cual anote sus deseos, y ellas tratan de afrontar lo que pueden con lo que tienen. No sé cómo se las arreglan, pero al final siempre quedan bien y nos complacen a todos.

Esto me hace reflexionar sobre las afirmaciones de algunos, los que critican a esos padres que aparentan ser mejores dándoles todo lo que piden sus hijos, y otros que son demasiado severos y se quedan cortos. Ahora los niños reciben regalos de todos lados, en casa, de los abuelos, padrinos, tíos... y la gente no se da cuenta que muchas veces se contentan con lo más simple. El consumismo es atroz, y hace que las fechas sean catalogadas de más comerciales y menos entrañables, pero ese consumismo desmesurado nos hace vivir, crea empleo y ayuda a que mejore la economía.

Lo triste son las dificultades de los que sufren y padecen escasez, pero no debemos olvidar que las desigualdades siempre han existido y existirán. Hoy es día importante para niños y no tan niños, así que celebrémoslo.

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