Todo está etiquetado y ordenado para agilizar los preparativos de la función. Los vestidos ya han sido revisados y las "heridas" de la última representación están subsanadas. "Las prendas están castigadas y es normal que haya que remendarlas", comenta una costurera minutos antes de que Nicolás Martinelli (Jean Valjean) se plante en el escenario de la Sala Sinfónica del Auditorio para dar la salida a una de las últimas funciones de "Los Miserables" en Tenerife.

Garutze Esteban es la jefa de sastrería del espectáculo. Ella está al frente de un equipo compuesto por diez personas -cinco de las cuales han sido contratadas en la Isla- que mueve 392 trajes; alrededor de 1.400 complementos por función. "Llegamos al Auditorio dos horas antes de que empiece todo y nos vamos media hora después de que finalice el espectáculo", explica la supervisora de un vestuario que ha salido del "armario" londinense de "Los Miserables" y que se amplió, si una prenda no estaba en buen estado, en la sastrería Cornejo de Madrid.

"A estos no se les puede dejar solos", puntualiza Esteban con una sonrisa en su rostro. "Si no estamos encima de ellos -un sastre tiene a su cargo a tres actores- son capaces de salir al escenario de cualquier manera".

Tres puntos de cambio de vestuario se han habilitado detrás de la caja escénica: en uno se mudan las chicas (8), a la izquierda los chicos (14) y en el centro está el espacio habilitado para los protagonistas (7). Sobre las sillas, las prendas se ordenan de principio a fin: abajo están las últimas que se usarán.

Algunos intérpretes tienen que realizar hasta trece cambios. Todo está perfectamente planchado y huele a limpio. "La ropa interior y las prendas que se han manchado se lavan todos los días; las otras las podemos mantener un poco más para que no se colapse el turno de lavandería", revela Garutze Esteban sobre una cuestión tan rutinaria como comprobar el estado de las baterías de los micrófonos que utilizan los actores en cada jornada laboral.

La compañía siempre viaja con un par de lavadoras y secadoras industriales; el refuerzo en este caso lo pone la intendencia del Auditorio de Tenerife. Algunos diseños se duplican -para poder efectuar rotaciones entre los protagonistas y los cover- con el objeto de poder atender cualquier incidencia durante la gira. Garutze destaca la "belleza visual del vestuario diseñado para la boda, pero también es bastante llamativo el de las chicas del Barrio Rojo o el que lucen los artistas de la escena del mesón".

Antes de pasar por la sección de maquillaje se instalan los micrófonos -los protagonistas llevan dos por si falla uno durante la función- y los actores se ponen en manos del equipo que lidera Sandra. "Aquí somos tres, aunque en algunas plazas podemos ampliar el equipo con alguna contratación local, y cada uno tenemos asignado a un grupo de actores fijo", admite una profesional de la estética justo antes de puntualizar que este musical es menos complicado, por ejemplo, que "La bella y la bestia".

Empezamos dos horas antes de cada función. Cuando faltan 60 minutos para el inicio comenzamos a peinar y la colocación de las pelucas (31) se realiza con media hora de adelanto sobre el horario programado para el inicio del show. La gran mayoría de los actores tienen que dar aspecto de desaliñados y eso no genera mucho trabajo porque hay que ensuciar caras y desordenar melenas", puntualiza antes de valorar el proceso de envejecimiento que sufren los protagonistas.

"No es un envejecimiento demasiado severo, es decir, que no hay que recurrir a productos especiales para provocar ese desarrollo cronológico", afirma Sandra minutos antes de que suene el último aviso para subir el telón.