ntes que nada, quiero felicitar efusivamente a don José Rodriguez Ramirez, Editor-Director de este periódico y propietario del Grupo de Comunicación EL DÍA, por la sentencia absolutoria a la demanda interpuesta por Paulino Rivero, que le exonera de toda culpa y responsabilidad. Y es que, como dice don José, la Justicia es Divina, y al final prevalece. Además, las trayectorias y los hechos consumados ponen a cada uno en su sitio. ¡¡La verdad siempre resplandece!!

Precisamente, en este artículo de hoy quiero hacer un paralelismo virtual entre las justas y firmes reivindicaciones que en su día hiciera un patriota español de la época en la América de Fernando VII, Camilo Torres; y el sumiso y denigrante vasallaje de un canario colonizado en la España actual, decrépita y decadente de Juan Carlos I, Paulino Rivero. ¡La diferencia es abismal!

Mientras Camilo Torres Tenorio (1766-1816), fue un reputado abogado, intelectual, político, prócer y mártir que encabezó el movimiento de la independencia de nueva Granada, hoy Colombia; Paulino Rivero Baute, de infausta y triste presencia, es un maestro de escuela que no ejerce la docencia por meterse en política, y es el más grande traidor a Canarias (después de su antecesor Fernando Guanarteme) que, como falso nacionalista sigue engañando al pueblo canario, actuando de colaborador necesario para perpetuar el implacable y depredador colonialismo español.

Torres Tenorio fue el más eminente de los abogados del país en su época y recibió el título de Abogado de los Reales Consejos, expedido por la Corona española; y por su formidable capacidad oratoria, pasó a la historia como "El verbo de la revolución". Rivero Baute es, por deméritos propios el político más nefasto e indocumentado que ha dado Canarias en toda su historia; y se le recordará por su torpe y atropellada forma de hablar, que da vergüenza ajena.

Un hecho relevante que relaciona a Camilo Torres con el ambiente político que se vivía en el Nuevo Reino de Granada tuvo lugar tras la traducción de los Derechos del Hombre y del Ciudadano del francés al español, efectuada por Antonio Nariño (Santafé, 1793). La publicación de ese texto originó el cierre de la tertulia "El Arcano Sublime de la Filantropía", y supuso la cárcel y el exilio para relevantes granadinos y el proceso seguido contra varios alumnos del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, entre los que estaba Camilo Torres; cuya biblioteca fue allanada, encontrándose gran cantidad de libros en francés que fueron llevados para que los examinara la Santa Inquisición. Cuando en 1808 Napoleón impuso en el trono español a su hermano José y la noticia llegó al Virreinato de Nueva Granada el 14 de enero de 1809, Camilo Torres se opuso, manifestando su descontento en diferentes escenarios.

Camilo Torres se inmortalizó en 1809 con su famoso "Memorial de Agravios", una crítica al Gobierno Español y a la falta de oportunidades para el acceso de los criollos a los cargos de decisión en la Nueva Granada. El célebre documento nunca llegó a la Junta Suprema Central de España, que era su destinatario, y que se encontraba entonces en Sevilla; de ahí que Camilo Torres dirigiera su memorial a la "Junta de Sevilla" organismo que asumía la soberanía nacional en nombre del Rey Fernando VII secuestrado en aquel momento en Bayona, y que vino a ser publicado varias décadas después de la muerte de Torres.

En julio del año 1816 Camilo Torres fue capturado por las tropas del General español Pablo Morillo, que había iniciado la reconquista de los territorios sublevados; y pese a la enorme influencia de su familia, fue trasladado a Santafé y fusilado entre la noche del 4 y la madrugada del 5 de octubre del mismo año, dentro del régimen de terror del plan de Morillo. El cuerpo de Camilo Torres fue desmenbrado por las extremidades, que se mostraron en las cuatro entradas de la ciudad para horrorizar a la población, y su cabeza, cuyo rostro había sido desfigurado por las balas, fue colocada en una lanza en la plaza para mayor escarnio público. Sus restos nunca se encontraron.

Así vemos como se las gasta España; y el denigrante y bochornoso grado de sumisión del españolista Paulino Rivero, en su acto de vasallaje en la Corte de Madrid. Aunque seguro que él no termina como Camilo Torres. España premia las "fidelidades".

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