Los discursos oficiales de la inauguración de la catedral de La Laguna fueron en general breves y asépticos. Todos menos el del obispo de la Diócesis Nivariense, Bernardo Álvarez, que se extendió durante más de ocho minutos, y el del ministro de Educación.
Entre los asistentes, varios miembros de Coalición Canaria (CC) eligieron vestirse de verde (el color de las protestas contra los recortes de Educación) varias parlamentarias nacionalistas y el propio presidente del Cabildo de Tenerife, Carlos Alonso, también llevaba una corbata verde.
Álvarez, en un discurso lleno de agradecimientos a mandatarios de ayer y hoy, aprovechó para recordar lo que había supuesto el cierre y arreglo de la catedral en cifras. En concreto, dijo que había costado 15.327.000 euros, de los que 8.227.000 los había aportado el Estado; 1.200.000 entre Cabildo y Ayuntamiento de La Laguna y que quedaban 5.900.000 euros pendientes de pago. De esta cantidad impagada, 3,6 millones correspondían al Ministerio de Cultura, en virtud del convenio firmado, recordó el obispo. “2.300.000 euros tenemos que seguir buscando”, dijo, en referencia a la cantidad que la Iglesia debe abonar.

José Ignacio Wert, en su intervención, dijo que el Estado estaba atendiendo al artículo 46 de la Constitución Española, que les obligaba a conservar y cuidar el patrimonio. Habló de que la catedral lagunera era un edificio “maravilloso” y recordó que la fachada era como la de la catedral de Pamplona. Con una sonrisa, quiso tranquilizar al obispo de la Diócesis Nivariense, asegurándole que no le cupiera duda de que el Ministerio cumpliría con los convenios y pagos pendientes.