Esta ha sido una semana redonda para dos de las joyas canarias de la cantera del Real Madrid, el mediocentro del Castilla Omar Mascarell y el atacante del primer equipo Jesé Rodríguez.

En menos de siete días ambos han visto puerta y lo han hecho además de forma brillante; con un golpeo lejano que se coló por la escuadra el primero y dando lustre a un excelente control orientado con el pecho el segundo.

Goles que les han valido numerosas alabanzas de la crítica y que al mismo tiempo han servido para escenificar, a través de las redes sociales, la relación de amistad que ambos han forjado mientras perseguían el sueño de llegar a la cumbre desde el campamento base de las inferiores del club.

Las promesas ya son una realidad pero los vínculos casi fraternos permanecen también en la gloria. Si Jesé habló de "golazo" de su "hermanito" el domingo, Omar se alegraba por su "hermano, que demuestra día a día todo lo que vale" tras el triunfo en Copa del Real Madrid ante el Espanyol.

En la vida son muchas las cosas que tienen en común, sobre el césped varias las que les separan. Dotados de gran talento y técnica, el de Las Palmas de Gran Canaria se desenvuelve como ejecutor mientras el centrocampista de Santa Cruz de Tenerife actúa como correo entre la defensa y el ataque.

Con esa misión se siente cómodo dentro de las filas del Castilla, hasta el punto que ha conseguido hacerse imprescindible con el paso de las jornadas, convirtiéndose en el segundo jugador de campo con más presencia solo por detrás de Lucas Vázquez.

"Estoy teniendo los minutos que no me esperaba. Están confiando en mí los entrenadores y la verdad es que estoy muy contento. Hay que seguir trabajando igual cada partido, cada entrenamiento, para no bajar el ritmo y ayudar a este equipo a salir de donde estamos", declaró en zona mixta tras el duelo ante el Alcorcón.

Esa confianza se ha revelado muy importante para su crecimiento y ganársela no le ha resultado fácil. Con pocas oportunidades el pasado curso, en este no consiguió completar un partido entero hasta la sexta jornada víctima de la búsqueda de un doble pivote ideal que Toril no terminaba de hallar tras la salida en verano de Mosquera y Casemiro.

Finalmente José Rodríguez se reveló como su compañero ideal para la batalla, si bien Mascarell ya ha compartido labor en el verde con todos los mediocentros de la plantilla. Sucedió, por ejemplo, el pasado fin de semana, cuando Aguza estuvo a su lado.

"Cualquiera puede jugar en este equipo. Todos son buenos para entrar en el once y la verdad es que estoy muy cómodo con el que sea. Lo importante es que el equipo salga adelante, saque tres puntos y siga trabajando así", indicó.

Siempre desmarcado para recibir un pase y oxigenar al equipo, el "cinco" del filial es un futbolista tan trabajador como imaginativo, repleto de recursos inesperados y sobrado de sangre fría. Solo así se explica su lanzamiento de penalti "a lo Panenka" en un partido de máxima exigencia como el del Alavés o su tanto del domingo.

"No tengo ni idea de que pasó por mi cabeza. Le pegué y cuando vi que estaba cogiendo la parábola ya sabía que tenía posibilidades de entrar. Una vez que entra es una inmensa alegría y no piensas nada en ese momento. Solo celebrarlo con los compañeros y trabajar para sacar los tres puntos", dijo con naturalidad.

Asiduo a las salas de cine, tal como demuestra a través de su cuenta personal en Twitter, y admirador de Zidane y Fábregas, el papel protagonista de este joven que llegó a Madrid en 2010 ha despertado intereses varios. Uno de ellos el de la selección de Guinea Ecuatorial, que le tentó para debutar como internacional absoluto. Él, que ya ha vestido la elástica del combinado español en las inferiores, rechazó la propuesta.

Su objetivo es debutar con ''La Roja''. También dar el salto del Di Stéfano al Bernabeu, estadio que ya pisó por deseo de Mourinho en el partido ante el Osasuna que cerró la campaña saliente. Fue, de hecho, el penúltimo canterano al que el portugués dio la alternativa solo momentos antes de que lo hiciera con el zaguero Diego Llorente.

"Lo que hago es trabajar día a día, hacerlo lo mejor posible. Todo el mundo sueña jugar en el primer equipo, el que te diga que no miente. Hay que trabajar día a día y si Dios quiere, algún día, ojalá llegue la oportunidad", reconoce.