Su voz suena habitualmente en el Teatro alla Scala, el Covent Garden o en el Metropolitan Opera de Nueva York; es un barítono que ha encontrado un espacio estelar en obras que llevan la rúbrica de Puccini, Rossini o Verdi. Hoy, sin embargo, da vida a Leporello en la despedida de "Don Giovanni", a las 20:30 horas, del Auditorio de Tenerife. En su segunda experiencia en la Isla, Roberto de Candia tiene claro que Wolfgang Amadeus Mozart entendería bien la propuesta escénica de Rosseta Cucchi.

Este "Don Giovanni" es la confirmación de que la ópera está en un periodo de cambio, ¿no?

La ópera está obligada a afrontar esta transformación porque los gustos del público cambian y es necesario adaptarse a las nuevas reglas de un espectáculo que es una mezcla de la tradición, que vive siempre a través de la música, y el lenguaje que los espectadores encuentran en su vida cotidiana, es decir, a través de la televisión. Lo operístico tiene que ir asociado con una propuesta renovadora. Lo importante es reconocer que su música es tan absoluta que puede convivir en un formato clásico o dentro de un proyecto más vanguardista, como es el caso de este "Don Giovanni".

¿Lo importante es conservar casi inalterable la base: Mozart?

Mozart es un músico rotundo. Sus creaciones se pueden actualizar respetando siempre su dramaturgia... Se deben conservar las relaciones entre los personajes sin tener que renunciar a llevar la trama a Nueva York.

¿Usted cree que él entendería esta novedosa propuesta escénica?

Yo creo que sí... Mozart era un personaje muy moderno y entendería muy bien este "Don Giovanni". Él vivió su faceta musical y personal de una manera extrema y, por lo tanto, sabía el valor que tenía correr un riesgo. ¿Por qué no lo iba a entender? La relación entre Don Giovanni y Leporello es el vínculo que hay entre el capo de una discoteca de Nueva York de los años 70 y el jefe de los guardias de seguridad de una disco.

¿Esta es una gran oportunidad para renovar el patio de butacas? ¿Es una ópera que puede generar nuevos seguidores?

Sí que lo es... Es una historia que se puede reconocer fácilmente en nuestro tiempo y con la que nos podemos sentir muy identificados. Luego, hay otro factor fundamental que está vinculado con Mozart. Y es que la música de "Don Giovanni" es fantástica, pero también es algo eterno. La televisión y el cine contaminan audiencias; en la ópera se ofrecen vivencias únicas.

¿La ópera puede seguir evolucionando sin perder su identidad?

La ópera que se está haciendo hoy se enfrenta a dos situaciones. Una está asociada con su reproducción pseudomusical, es decir, una réplica exacta de un formato tal y como lo creó Verdi, Rossini o Puccini. Pero el mismo libreto y formato también lo podemos trasladar a nuestra época. Crear esa visión y estructura contemporánea es uno de los milagros de la ópera. Nosotros somos intérpretes; aquí no existe una verdad absoluta, solo está la música. Y esta se encuentra viva. La manera como yo interpreto a Leporello es completamente diferente a la que tienen mis colegas. El secreto está en ser muy severo a la hora de proteger la base: el libreto y el formato.

Además, este "Don Giovanni" encaja bien en un espacio tan vanguardista como es el Auditorio de Tenerife.

Nosotros normalmente hacemos ópera en teatros, pero este es un espacio increíble... Es un lugar al que te tienes que adaptar para conseguir una mayor técnica. Este es un edificio fastuoso no solo para la gente que viene a los espectáculos -Roberto de Candia participó en su primera experiencia tinerfeña en "Fausto"-, sino para los artistas. El mayor inconveniente es el tamaño de la escena, por lo que tenemos que adaptarnos a su acústica.

Después de muchos años en el que dominaron los grandes intérpretes de ópera, da impresión de que hoy el mercado es más amplio y variado. ¿Eso es así?

El mercado de hoy es completamente internacional. En los 70 el mundo de la ópera estaba en manos de los europeos. Hoy, en cambio, la oferta es mundial y la competencia es mucho mayor. En el pasado dominaban los italianos, los españoles, los franceses y los alemanes. Sin embargo, en 2014 hay grandes intérpretes en Rusia, en Estados Unidos, en China... Hoy tenemos que poner todo lo que tenemos y algo más porque existe más competencia.

¿La ópera, que es un género muy costoso, también se ha visto castigada con esta ópera?

Los países que trabajan con el euro no ofrecen muchas posibilidades. En Italia, por ejemplo, están cortando la financiación al arte. Allí es casi imposible hacer este trabajo. Además, los artistas reciben el importe de su trabajo con tres, cuatro o incluso cinco años de retraso. La situación es difícil, pero la ópera continúa viva.