1.- Muy pocas veces me ha dado a mí por el Carnaval, aunque alguna sí. Hace años que le huyo como alma que lleva el diablo y, cuando atábamos los perros con longaniza, me iba a Nueva York a quitármelo de encima. Por desgracia, ya no me puedo ir, como quisiera. Pero sigo algunas cosas por televisión y por los periódicos y me han dicho que la cabalgata fue un desastre. A mí no me hace gracia, por ejemplo, ver a una chica bien vestida, con un traje de época muy logrado y con tenis, por eso de la comodidad. Unos tenis joden cualquier cosa, incluido el traje de época. La gente sólo tiene gusto de los tobillos para arriba; al llegar a los zapatos, lo caga todo. Es como si a uno de los obispos del Entierro de la Sardina le calzas unos "adidas" de andar por casa. Hombre, no. Te has cargado el encanto del falso eclesiástico. Nuestra gente falla en el calzado y, no sé por qué, tira para el tenis, que es una prenda para hacer footing o jugar al baloncesto, pero no para llevarla con el traje típico. Es como cuando salieron aquellos guanches en La Laguna, que llevaban unas pieles preciosas y hasta zapatillas del mismo material, pero se olvidaron de quitarse el reloj. Y eran patéticos; ¿cómo unos guanches van a llevar un "Seiko"?

2.-Ahora, en el Carnaval, se ven cosas muy buenas y otras muy horteras, pero donde todo el mundo falla es en los borceguíes. Y, si no, presten atención. Una niña vestida de bailarina de ballet no puede llevar los zapatos de la primera comunión; es que no pegan, mejor no disfrazarla antes de caer en la canchanchanada, a la que somos tan proclives. Cuando yo me disfracé de monja, allá por el pleistoceno, me fallaban los zapatos. Iba con chanclas. Y los niños decían: "Mira, mamá, una monjita con chanclas". Y yo cagándome en la señora madre de los niños y en los propios infantes.

3.-En mi casa, menos mal, no se escucha la bulla del Carnaval, ni de día ni de noche, así que estoy como a mí me gusta: aislado. Ahora me ha dado por no recoger la correspondencia para que no me traiga malas noticias. Ya nadie escribe para darte alegrías, sino para reclamarte algo. Con la crisis se ha acostumbrado todo el mundo a pedir y no para. ¿Solución?: no recoger la correspondencia; ya saben: "no news, good news", o lo que es lo mismo, "no hay noticias, buenas noticias". Esto dicen los ingleses.

achaves@radioranilla.com