Una gran foto de la fiesta de los Indianos, en Santa Cruz de La Palma, daba cuenta en nuestra primera página de ayer de uno de los actos más significativos de los Carnavales que se celebran en Canarias. De los auténticos, como es el caso del que ayer, en el día de su apoteosis, inundó las calles de Santa Cruz, no de los copiados de mala manera, cual es el caso de ese cúmulo de actos de mal gusto que constituye el carnaval canarión. Los "grancanarios" no sólo tratan de imponer su hegemonía sobre las demás islas; también se apoderan de lo que no es suyo. A los palmeros les han copiado la fiesta de los indianos con absoluto descaro.

Nos parece bien que la gente se divierta. Lo deseable es que al día siguiente de la diversión todo el mundo se pusiera a trabajar con ganas. Sin embargo, en España no se trabaja y en Canarias tampoco porque mientras seamos una colonia, los metropolitanos seguirán conculcándonos sus peores costumbres. No se trabaja, además, porque no hay trabajo. Las empresas están ahogadas por una fiscalidad insoportable y encorsetadas por una legislación laboral, heredada del franquismo, que impide el despido libre. Es decir, que impide la supervivencia de las propias empresas que crean empleo.

Cuánto nos gustaría que los miles de personas que han invadido las calles de Canarias durante estos días no solo estuviesen celebrando el Carnaval, que, como decimos, es una fiesta muy sana aunque algunas modas de los últimos años no nos gustan, sino también la independencia; la libertad de una tierra que lleva casi seis siglos sometida a la tiranía y el saqueo de quienes la invadieron y de sus descendientes.

La independencia -o la libertad, para aquellos a los que todavía les da miedo hablar de independencia- es nuestra salvación. España tuvo su guerra de la independencia contra los franceses. Canarias ha de tener la suya contra los invasores españoles. Renunciamos a cualquier tipo de violencia. Deseamos que el proceso de emancipación nacional de Canarias transcurra por vías pacíficas, que es lo que corresponde a países civilizados. No queremos situaciones similares a la que se está produciendo en crania por culpa de Rusia ni revueltas sangrientas como se han sucedido en muchos países árabes. Queremos un proceso pacífico y sensato porque la única insensatez es pretender que Canarias continúe siendo una posesión española nada menos que a 1.400 kilómetros de las costas peninsulares.

Amigos de los españoles, sí; siempre amigos, como dice la canción, pero en igualdad. Amigos de nación a nación, no de metrópoli a colonia. Es decir, no como lacayos que sirven al señor, al margen de que algunos canarios españolistas, amantes de la españolidad y leales a España prefieran, como lo hicieron en su día los habitantes de la isla Mayotte en el archipiélago de las Comoras, perpetuar su infame condición colonial. Canarios y españoles, cada cual en su tierra. Los canarios africanos -o canarios atlánticos, si molesta el gentilicio africanos a los finos canarios- en sus Islas y los españoles en su continente europeo, aunque Europa acaba en los Pirineos. Los catalanes en su tierra y los vascos también.

La deplorable situación sanitaria es otra de las consecuencias del colonialismo español y de la necedad política de quien preside el Gobierno regional. Lo decía hace unos días Carlos García en su artículo titulado "Referéndum popular para la sanidad". "Ha llegado el momento de plantearse -y también plantarse- una solución real y definitiva en relación con la sanidad pública en Canarias", afirma este médico canario. "Y para ello propongo una consulta popular ciudadana a los canarios, para que se manifiesten sobre este grave problema que arrastramos desde hace décadas y así nuestros políticos también conocerán directamente el sentir de lo que pensamos; que no solo de petróleo vive el ser humano... Parece que el que se muera o no se asista sanitariamente a la población importa menos que lo otro. Por eso, repito, propongo que se nos consulte para saber qué opinamos de nuestra sanidad y se termine de una vez por todas este absurdo optimismo y megalomanía que tienen los gestores públicos en hacernos comulgar con que nuestra sanidad es magnífica. Así lo dijo hace unos días la consejera Mendoza al publicitar una estadística europea donde sitúa a Canarias a mitad de la tabla en este tema y con lo que se quedan totalmente satisfechos. Mientras los servicios de rgencias estén como están eso no importa, porque Europa dice que vamos bien".

Totalmente de acuerdo, añadimos por nuestra parte.