"El rey de las cosas pequeñas" actúa mañana, a partir de las 21:00 horas, en el Paraninfo de la Universidad de La Laguna. El coruñés Luis Piedrahita (1977) regresa a Aguere con su manual de miniaturas. Y es que este polifacético escritor, director de cine, guionista, humorista e ilusionista siempre se ha preocupado por denunciar en el escenario "el poco respeto que los seres humanos tenemos por los objetos que son cotidianos", declara un defensor de un espacio televisivo que gira en torno a la idea de que "el castellano es un idioma loable, lo hable quien lo hable". Ganador del I Certamen de Monólogos de "El club de la comedia", su día a día no se puede entender sin la existencia de una metáfora. "Ya no hay bisontes, pero siempre ha habido gente "cazable" y aspirantes a cazador". Una anécdota. En el año 2008 se le extirpó una vesícula que fue subastada en "El hormiguero" con el objetivo de destinar los beneficios económicos obtenidos en favor de los afectados por el síndrome de West, una enfermedad infantil que afecta a los bebés de 0 a 12 meses que les provoca ataques epilépticos. Así es la vena solidaria de Luis Piedrahita.

Perdone la comparación, pero usted es una especie de "navaja suiza" de las artes escénicas. Se lo digo porque domina muchos terrenos, ¿no?

De navaja suiza tengo que muchas veces no me dejan pasar en los aeropuertos y me tengo que facturar a mí mismo, que siendo autónomo es una complicación.

¿Eso es una ventaja ahora que el mundo de la cultura cotiza a la baja, por no decir que está en el sótano de este país?

Cuando el mundo de la cultura cotiza a la baja no hay ventaja. Cuando la educación, el arte y la cultura de un país se desvanecen, ese país se convierte primero en un sitio más triste, luego en un sitio más inculto, más pobre, más peligroso y al final, casi sin esfuerzo, en un sitio peor.

¿La competencia, o la falta de oportunidades, es un aliciente para renovar el repertorio?

La reinvención al igual que una borrasca o un chubasco, es un fenómeno que no se puede fomentar o imponer, simplemente sucede. No hay alicientes para las borrascas ni para las reinvenciones. El emprendedor genuino emprenderá con o sin alicientes.

¿Luis Piedrahita se reinventa entre espectáculo y espectáculo o la realidad ayuda a buscar esos giros?

Intento hacer cada show un poquito mejor que el anterior. Cada error me enseña algo nuevo y afortunadamente tengo muchos errores. Casi no tengo otra cosa, así que no paro de aprender.

¿Teniendo claro que actualmente existen otras prioridades -sanitarias, educacionales e incluso más necesarias como son los comedores sociales-, no tiene la sensación de que el mundo de la cultura lo están dejando caer en exceso?

Por supuesto que hay prioridades y además están muy claras. Si la gente no come, no puede ir a la escuela y si la gente no va a la escuela, no podrá leer libros. Y si no lee libros no puede ir a la ópera. Todos entendemos esas prioridades. Lo que no entendemos es que la gente no coma, no vaya a la escuela y no pueda leer libros porque hay un señor que quiere comprarse un tercer yate.

¿El monólogo está a salvo de esa censura?

Nunca me he sentido censurado a la hora de escribir. Siempre me he sentido libre de hablar de lo que quiera en un escenario; doy brincos a la izquierda y a la derecha.

¿El éxito de un monólogo es arriesgar, buscando un tema que caliente o divierta a la audiencia, o en la creatividad?

Toda audacia ha de ser creativa. El que busca calentar con un tema de actualidad no se le puede disculpar la falta de creatividad. Pero tampoco se puede decir que no sea arriesgado el hecho de no tocar esos temas que ya tocan los periódicos todos los días, y todas las tertulias y todos los cómicos. No podemos decir que unos solo se arriesga cuando hace crítica social. Eso es muy ingenuo. Para mí no hay nada más transgresor que la belleza. Precisamente es lo más difícil de lograr y lo que nadie se atreve a intentar.

¿De todas formas, no me negará que a veces se lo ponen, por así decirlo, a huevo, con perdón?

La verdad es que el campo está abonado para ese tipo de humor.

Este es un estilo muy americano, que ha vivido un "boom", incluso cierta saturación... ¿Cree que la marca del monólogo español está bien definida?

Los americanos han aportado el micro "shure" antiguo y el fondo de pared de ladrillos, poco más. El humor hispano respira por otros orificios. Mucho antes del murito de ladrillo aquí estaban Gila, Tono, Gómez de la Serna... Lo que pasa es que no se llamaba "Stand Up Comedy", se llamaban charlas, conferencias... En mi opinión, el humor hispano le da mil vueltas al anglosajón. Tengamos en cuenta que la obra cumbre de nuestra literatura es una comedia, la suya una tragedia.

¿Cuánto le debemos al gran Gila?

Muchísimo. Todo. La capacidad de convertir el horror en belleza solo la tienen los poetas y los humoristas de pata negra.

¿Cómo es el espectáculo que trae a Canarias?

Divertidísimo y nutritivo. Yo diría que se trata de un espectáculo que alimenta como un bistec. Tan divertido que yo aconsejo que la gente venga orinada de casa para evitar un incidente en las butacas. Todo aquel que venga saldrá mejor de lo que entró.