Silencio; deja que beba el paisaje, respire la sombra y sonría a la brisa. No digas nada, sólo contempla a tus pies sobre esa tierra, la nuestra, tan maltratada y olvidada por los que dicen que la quieren, por los que dicen defenderla en la comedia diaria de un teatro hipócrita.

Mira de frente ese océano, esas montañas y valles, esos barrancos cargados de historia y belleza que hoy lloran sus lágrimas ahogados en basura. ¿Acaso no te das cuenta? Lo tienes todo y no lo ves. Tienes el color que te regala la naturaleza, el suave murmullo del agua cristalina, unas tradiciones únicas, tu dulce acento, un cielo maravilloso y hasta el orgullo y nobleza de una raza que aún pervive en cada soplo de alisio que refresca esta bendita tierra canaria; por tus venas corre sin tregua la milenaria savia guanche, envuelta en bruma y laurisilva.

Siéntate en esa roca y observa; comprende lo que nunca has querido entender, quizás sea porque no has podido, pero ahora ha llegado el momento. Nadie mejor que tú puede enseñarte a querer tu tierra porque en ella naciste y creciste. Nadie mejor que tú puede enseñarte a respetar tus tradiciones porque con ellas aprendiste a sentirte canario/a.

Nadie mejor que tú para rescatarlas del olvido y entregarlas con cariño a tus hijos y nietos; a tus seres queridos. Besa esa tierra extraordinaria con besos de mar, palmera y drago; arráncale suspiros de alegría y deja que las olas con su blanca espuma te acaricien el alma.

Cuando llegue la tarde, ya habrás recorrido el horizonte con la mirada inquieta de hoy, que no es la misma de siempre. Para entonces, habrás sabido descifrar el por qué de muchas cosas. Sólo me queda decirte: silencio; deja que beba el paisaje, respire la sombra y sonría a la brisa.

Victoriadorta@live.be