A ver si resulta que me estoy haciendo viejo rápidamente... Puede ser. Quiero pensar, más bien, que estoy "fuera de onda". También puede ser que la memoria me falle y los recuerdos de no hace tanto tiempo -o sí- se hayan ido dulcificando o adaptando a cómo veo las cosas ahora. Llevo casi treinta años dedicado a la enseñanza y mi vida profesional, como la de tantos otros, es un mirador desde el que se contempla la evolución de la sociedad española desde una situación privilegiada.

Nuestra sociedad es naturalmente dinámica. Los cambios de actitudes y costumbres juveniles y adolescentes son continuos y un reflejo, a la vez que una premonición, de los cambios de la sociedad. Y por eso me da un poco de miedo. Igual que tengo claro que la juventud desborda creatividad, fuerza, espontaneidad... me asustan un poco ciertos signos externos sobre formas de comportarse o lo que sería peor: "formas de ver la vida".

Para muchos adolescentes y no tanto -hoy la adolescencia les dura a algunos hasta la treintena o más- la vida es jauja. Piensan que estamos en este mundo sólo para divertirnos y pasarlo bien, que eso del esfuerzo, el trabajo y, sobre todo, la austeridad eran cosas del pasado, propias de una generación obsoleta o anticuada.

Esta filosofía de vida -repito, pongan varias veces el indefinido "algunos" entre las palabras anteriores, pues ni todo el monte es orégano ni todo son pencas, cada cosa en su sitio y en la proporción adecuada- ha dado paso a estos "signos externos" que me preocupan: los problemas de autoridad en colegios e institutos, la barra libre de sexo, alcohol y drogas, especialmente los fines de semana... el pasotismo, la falta de amor propio, el no querer asumir responsabilidad alguna...

El asunto, si no pasara de ser una apreciación personal, no iría más allá de una desazón pero resulta que nos encontramos con la Encuesta Estatal sobre Uso de Drogas en Estudiantes de Secundaria y el panorama que muestra es absolutamente desolador sobre el consumo de alcohol en menores. El 82% de los jóvenes de entre 14 y 18 años admite haber consumido alcohol en los últimos doce meses. Pero hay más. Y más preocupante si cabe: el 63% de los menores de 14 años lo ha consumido en el último año, y uno de cada cuatro ha participado en un botellón.

Otro asunto. Se han publicado estos días -en The Telegraph y The New York Times- sendos reportajes que nos ponen a caer de un burro. Mejor que ponernos a despotricar y devolverles la moneda -mierda también tienen para repartir- es más inteligente reflexionar sobre sus argumentos. Desde nuestros "horarios laborales absurdos" al "un país que no duerme es un país que no produce y que no vive".

A los españoles alguien nos ha dicho que sólo se vive de noche, que las juergas hay que correrlas hasta el amanecer, aunque al día siguiente haya que ir a la oficina.

No entiendo un país, aunque sea el mío, en el que los partidos de fútbol más importantes comiencen a las diez de la noche y los programas más vistos, los de las once o las doce. Somos la antítesis de la lógica y nadie parece hacer nada por remediarlo. Todo se nos vuelve hablar de economía pero nadie habla de la vida. Un país que trabaja seria y duramente, como se supone deberíamos ser nosotros, no puede comerse un escaldón con costillas y un bistec a las tres de la tarde y cenar a las diez... para irse a la cama a la una de la madrugada si ya terminó "Sálvame".

Tantas cosas tontas que copiamos de europeos y norteamericanos y en esto vamos a nuestro aire. Que tiendas y oficinas hagan una interrupción de tres horas al mediodía para abrir de cinco a ocho supone una enorme pérdida de tiempo en traslados y retrasar la hora de ir a la cama de manera absurda e ilógica. ¿Este tipo de asuntos no corresponde también a los partidos políticos? ¿Tienen miedo de perder más votos aún o simplemente es que han perdido, como el ciudadano considerado como masa, el sentido común?

Escuché ayer por radio que las mujeres consejeras en el Íbex 35 son sólo un 4%. Quizá eso explique bastantes sinrazones.

Feliz domingo.

adebernar@yahoo.es