La desaparición y muerte de Juan Rodríguez no fue conocida por sus familiares en La Palma y Tenerife hasta cinco meses después, gracias a numerosas llamadas de varias personas desde Bolivia. Y eso sólo ocurrió después de que el individuo identificado por la Policía como Marcelo se separara de su pareja, Patricia, e iniciara una nueva relación con otra mujer. El Grupo de Homicidios barajó la posibilidad de que, además de una venganza por despecho, la hija de Juan pudiera sufrir una extorsión y una nueva estafa en Bolivia.

La separación de Marcelo y Patricia se produjo entre marzo y mayo del 2010. En febrero, la familia palmera de Juan Rodríguez llamó a Patricia, que les dijo que "Marcelo y don Juan" regresarían para Carnavales. En marzo, un hijo de Patricia les reconoció que Marcelo había vuelto de Bolivia, pero que "don Juan" no, y que los bienes de este figuraban ya a nombre de Marcelo.

Un testigo de origen boliviano reconoció a los agentes que Patricia lo llamó y que ella estaba muy triste, porque "Marcelo se había juntado con otra mujer".

Hasta mayo de 2010 los "cuidadores" de Juan Rodríguez solo conocen la existencia de la familia palmera de la víctima. Por eso, los días 10 y el 11 de ese mes, los familiares de Puntallana reciben llamadas desde Bolivia para advertir de lo sucedido. Una mujer que se identifica como Patricia "manifiesta que su compañero sentimental, el cual también lo cuidaba, había matado a su tío Juan, desapareciendo posteriormente con el dinero y las propiedades" que la víctima puso previamente a nombre de Marcelo. Aclara que Marcelo solo regresó de Bolivia a Tenerife para retirar el dinero y después darse a la fuga. E indica que en ese momento desconocía el paradero de su novio y del octogenario, por lo que pidió ayuda a las autoridades bolivianas para regresar a su país. Patricia tenía interés en informar a la Policía del trágico suceso para que esclarecieran los hechos. "En todo momento manifiesta que don Juan Rodríguez ha sido asesinado", según los papeles de la investigación.

La hija de Juan Rodríguez empezó a recibir llamadas desde Bolivia en junio de 2010. La primera se produce el día 1 de dicho mes a las 15:41 horas. Su interlocutor se identificó como "Javier" y le dijo que "Marcelo" compró dos casas y tenía 300.000 dólares en el banco. El informante aseguró que "Marcelo" mató a Juan Rodrigo y lo enterró. Y explicó que "hay un coronel que puede efectuar la detención, pero que necesita un poder". Y ya esas comunicaciones fueron grabadas por los investigadores de Homicidios.

El mismo día, la hija del octogenario recibe una segunda llamada. Una mujer que se identifica como abogada utilizó un número oculto para pedirle que "viaje a Bolivia cuando antes, que mande copia legalizada de la denuncia de desaparición y que lleve dinero para sobornos a autoridades del país". Además, la "doctora" le facilita dos números de teléfono y otro de un fax. Esa informante señaló que "Marcelo mató a Juan Rodrigo solo, teniéndolo encerrado en una habitación de su domicilio, torturándolo y sin darle de comer". También le relató que su padre está enterrado en un cementerio clandestino y que "debe darse prisa porque Marcelo se quiere escapar a Chile".

La tercera llamada se produjo el 2 de junio. Era de nuevo "Javier", que le facilita a la hija de la víctima su teléfono móvil y le pide que envíe a Bolivia un fax con la denuncia y que viaje a dicho país con 5.000 o 10.000 dólares. Le promete que "en Bolivia recuperará unos 300.000 dólares de Marcelo y que las autoridades del país se conformarían con un 10 por ciento". "Javier" aporta datos de la biografía de Marcelo, como que estuvo en una cárcel por estafa.

La cuarta llamada tuvo lugar el 5 de junio. Otra vez "Javier" dice a la hija que conoce a Marcelo desde hace tiempo, por haber sido vecinos, y que tiene una fotocopia de un documento en el que dice que Juan Rodríguez está enterrado en el cementerio de Las Pampas y que "lo mandó a enterrar Marcelo, haciéndose pasar por el hijastro, así como que alquiló un nicho por tres meses". Una vez transcurrido ese tiempo, los restos serían colocados en una fosa común. Además, insistió en que Marcelo es "falsificador" y que en España estuvo con nombre falso, puesto que se cambió los apellidos, y que reiteró que tenía antecedentes penales en Bolivia. Los datos de que era un estafador fichado por las fuerzas de seguridad bolivianas y que usó apellidos falsos en España fueron confirmados después por el Cuerpo Nacional de Policía.

A Patricia le figuran antecedentes por falsificación y circulación de moneda falsa extranjera (varios delitos), así como de falsificación y circulación de moneda boliviana. Además, le consta que ha cometido otras infracciones penales, como falsedad material e ideológica, uso de instrumento falsificado, amenazas de muerte, lesiones o estafa.

El asunto trascendió a buena parte de la comunidad boliviana en Tenerife. Así, hasta un pastor evangélico de una Iglesia a la que acudía Patricia y su entorno pudo llegar a saber lo que ocurrió, aunque se acogió al secreto de confesión, para no revelar ningún dato significativo a los investigadores.

Una de las conclusiones extraídas por Homicidios al hablar con vecinos de El Cardonal es que Marcelo, Patricia y los tres jóvenes son personas "de carácter violento, que anteponen sus decisiones a los intereses generales de la comunidad". Y para mantener su forma de vida, que incluía escándalos, peleas o fiestas hasta altas horas de la madrugada, usaban la "amenaza", mientras que el resto de residentes en el bloque aplicaban el "reparo" para evitar entrar en confrontaciones con personas a las que debían ver diariamente.