El Paso de la Cumbre volvió a cumplir ayer su compromiso de revivir el orgullo de la tradición de una comarca con la escenificación de costumbres ya desaparecidas de algunos oficios en Santiago del Teide, El Tanque y Garachico.

La principal novedad incorporada este año por los organizadores fue "la mudada", mediante la que un personaje representa las mudanzas estacionales entre la cumbre y la costa; es decir, que en invierno se establecía el hogar en una casa o cueva próxima a la costa, mientras que en verano se regresaba nuevamente a la vivienda de las medianías.

La jornada de recuerdo empezó muy temprano. A las 8 de la mañana se produjo la llegada del pescado al embarcadero de Puerto Santiago. Ese era el inicio de la ruta de las vendedoras de pescado, que recorrían grandes distancias para poder vender su mercancía en los pueblos de medianías. Más tarde, cerca de las 10:00 horas, se llevó a cabo la representación de El Paso de la Cumbre en la zona de La Montañeta, con el paso de los personajes imprescindibles, como la pescadera, los cabuqueros (trabajadores que construyeron las galerías de agua), los marchantes de ganado (comerciantes), así como las vendedoras de pan, cestos, papas y verduras.

Alrededor de 90 personas tomaron parte en las escenificaciones tradicionales, bajo la coordinación de Juan Antonio Jorge Peraza.

Además, la representación de ayer fue seguida por decenas de senderistas del grupo Montaña para Todos, que, además, transportaron a personas discapacitadas en los carros denominados "joalettes" para que también disfrutaran del camino y la experiencia de descubrir el pasado.

El turismo volvió a estar cerca de la tradición.