El domingo por la noche (tarde en Venezuela) supe que en este país se está produciendo una guerra civil de baja intensidad. Pero guerra civil. Supe que 500 militares se han declarado en rebeldía y que Maduro estaba enviando más tropas y aviones a San Cristóbal, en el estado del Táchira, fronterizo con Colombia. Supe que el general Barrientos, hasta hace tres días ministro de Industrias, se les había enfrentado a Cabello y a Maduro en el Consejo de Ministros. Supe que la fortuna de Diosdado Cabello, "el Pimentón", la tiene depositada en Miami, en Panamá y en España y que está muy nervioso y preocupado por sus buenos millones de dólares en el exterior. Supe también que Maduro tiene a 1.000 soldados cubanos disparando contra todo lo que se mueva en San Cristóbal. Y supe también que al menos en diez puntos de Caracas se producían algaradas, incapaces de ser contenidas. Todo esto lo supe porque me llamaban mis contactos en Venezuela. También me llega una foto de personas a las que van a acusar de delitos graves cuando se restablezca la normalidad democrática en el país. Y entre ellos hay una conocida mía, amiga del régimen y canaria de ascendencia.

2.- Y recibí alguna otra foto de la ciudad de San Cristóbal literalmente ardiendo. ¿Fuego de aviación, quizá, o fuego de algarada callejera? Tomen nota del nombre de esta ciudad, que va a pasar a la historia de Venezuela como ejemplo de resistencia: piedras contra tanquetas, aviación y fusiles automáticos rusos manejados por cubanos. Por la noche, alguien subió a YouTube una arenga de Maduro hablando de que iba a arrasar San Cristóbal, "para que los niños puedan ir mañana al colegio". Si los arrasas, pedazo de animal, ¿cómo van a ir al colegio, muertos quizá?

3.- Venezuela vive una guerra civil de baja intensidad, repito. La comunidad internacional calla, vergonzosamente, escudándose en que se trata de un régimen elegido democráticamente. Es falso. Ganaron a trampas. Y aunque hubieran ganado con legalidad, el voto de un pueblo no faculta a su Gobierno para que viole la Constitución, gobierne por decreto habilitante, expulse a diputados, mate, arme a sus comandos y desprecie la voluntad de medio país, encarcele a opositores sin garantías procesales y vulnere el Estado de Derecho. Pero cuando hay un burro presidiendo un país puede suceder todo esto y más. El burro y la codicia. Si viviera Iriarte compondría una fábula. Si viviera Juan Ramón a Maduro no lo llamaría Maduro, sino "Platero". "Platero", aunque asno, era más inteligente y bondadoso que Maduro.

achaves@radioranilla.com