Se cumple la sabia sentencia de que una imagen vale más que mil palabras. Nada muestra mejor cuál es la situación de Canarias que dos fotos publicadas ayer en nuestra primera página. Una de ellas corresponde a Mariano Rajoy, presidente del Gobierno de España, con una flecha verde hacia abajo porque el desempleo descendió en ese país en 16.620 personas en el mes de marzo. La otra foto, enmarcada en una flecha roja apuntando hacia arriba, es la de Paulino Rivero, presidente a su vez del Ejecutivo autonómico canario. La flecha apunta hacia lo alto no porque este hombre esté haciendo las cosas bien sino por todo lo contrario, ya que los datos del desempleo en el Archipiélago son cada vez más alarmantes. Nada menos que 1.947 nuevos parados en el mes de marzo. Para llorar.

Si alguien piensa que vamos a dejar de criticar la actuación política de Paulino Rivero está muy equivocado. La única forma de que dejemos de hablar de él es que dimita y se exilie porque después de lo que ha hecho no puede vivir entre sus compatriotas. Una vez que pase a ser una persona privada dejaremos de criticarlo porque en sus asuntos personales no hemos entrado nunca ni lo haremos jamás. Si los amigos del señor Rivero, incluidas sus amistades de conveniencia, quieren que deje de salir a diario en las páginas de EL DÍA, lo mejor que pueden hacer es aconsejarle que se aparte de la vida pública. Que renuncie a su cargo de presidente. Un puesto, además, que no le corresponde ostentar, porque no fue su partido el que ganó las elecciones. Rivero preside el Gobierno de Canarias en virtud de unos pactos legítimos de acuerdo con el ordenamiento legal impuesto en las Islas por la Metrópoli que las coloniza desde hace casi seis siglos, pero no por el hecho de que el pueblo así lo haya querido.

Lo mismo cabe decir de nuestras críticas al colonialismo que padecemos y a los impuestos confiscatorios que hemos de pagarle a la Hacienda española. Nada tenemos contra España y contra los españoles -aunque detestamos a los godos-, pero no queremos depender de ellos. Queremos ser un país libre. Aspiramos a convertirnos en una nación soberana con su estado, mal que les pese a los españolistas que hay en Canarias; tanto los nacidos aquí como los venidos de fuera.

Si hablamos de Paulino Rivero no tenemos más remedio que criticarlo. Políticamente hablando nada bueno podemos decir de él. No podríamos hacerlo sin mentir, como mienten otros medios convenientemente ayudados con el dinero que se le ha negado a EL DÍA desde hace muchos años. Han intentado estrangularnos. Hasta ahora no lo han conseguido. Ya veremos qué sucede en el futuro. Por nuestra parte, mantendremos el irrenunciable compromiso con Tenerife y con Canarias de defender los intereses de esta tierra por encima de cualquier otra consideración. Queremos que la principal de las siete islas tanto por extensión como por población y por riqueza recupere el lugar que le corresponde.

Queremos también que las siete islas formen una nación. Nación que hemos sido siempre, aunque llevemos casi seis siglos sujetos a decisiones foráneas. Una vez más repetimos que durante estos últimos 600 años las decisiones más importantes para Canarias se han tomado a miles de kilómetros de distancia de estas Islas. Por mucho que lo solicite Rivero en Madrid, las instituciones canarias no van a dejar de ser ninguneadas por los políticos peninsulares. A Rivero no le hace caso nadie en España porque consideran que es un negrito colonizado. Le prestarían atención si pronunciase una declaración formal exigiendo la independencia de Canarias. Estamos convencidos de que no lo hará porque no es un nacionalista auténtico.

Las consecuencias para el pueblo canario no pueden ser peores. Además de la vergüenza que nos supone ser un pueblo colonizado, seguimos en la pobreza; en la más profunda miseria. Estamos peor que España, que el país que nos coloniza, porque carecemos de políticos a la altura de las circunstancias. ¿Dónde están los hombres y mujeres con las manos limpias y las ideas claras, capaces de sustituir a esta morralla política y sacarnos del pozo negro en el que nos encontramos? ¿Dónde están los patriotas, incluso los que militan en Coalición Canaria, que no se echan a la calle para exigir, pacíficamente, nuestra libertad como pueblo? ¿Qué podemos esperar de los falsos nacionalistas que han traicionado la confianza depositada en ellos por los canarios?