El geólogo de la Consejería de Obras Públicas del Gobierno de Canarias Luis Hernández y el catedrático de Ingeniería Geológica de la Universidad Complutense de Madrid Luis González de Vallejo informaron ayer al Pleno del Ayuntamiento de Tacoronte de la situación de la playa de La Arena, en Mesa del Mar, y de su propuesta técnica para reducir al 1% de probabilidad el riesgo de accidentes por desprendimientos de rocas. En su intervención quedó claro que la playa tacorontera permanecerá cerrada durante todo el verano, ya que la actuación que plantean tendrá un plazo de ejecución de seis meses desde su adjudicación, y el expediente aún debe superar diversos trámites administrativos.

En el improbable caso de que la obra se adjudicara este mes, no podría acabarse hasta octubre.

De Vallejo señaló que las obras de mejora de los sistemas de retención de desprendimientos que plantean costarán unos 600.000 euros, pero serán capaces, según las simulaciones realizadas, de retener el 95% de las rocas desprendidas.

Para reducir el riesgo de accidentes causados por el 5% de las rocas que podrían saltar las barreras, estos geólogos plantean medidas complementarias como cerrar la playa al uso público cada vez que se produzca una alerta por fenómeno meteorológico adverso -que son los momentos en los que se producen la mayoría de derrumbes-; inspeccionar la ladera cada dos años, y trasladar los baños públicos a una zona sin riesgo.

Con estas medidas complementarias, el riesgo de accidente por caída de rocas se reduce a un 1%, "lo que convertiría a esta playa en una de las más seguras de España", según González.

Este prestigioso geólogo aclaró que el riesgo de accidente no se puede eliminar por completo y que "siempre es posible que se produzca una fatalidad". Sin embargo, remarcó que con este proyecto se elimina la posibilidad de que pueda considerarse negligente la actuación municipal, "pues se siguen criterios de máxima seguridad". También apuntó la necesidad de que se informe claramente del riesgo a los usuarios de la cala.

La playa se cerró a finales de enero por la caída de una roca de diez toneladas. El tamaño de esta piedra obliga a reconsiderar la resistencia de todo el sistema de protección.