El predicamento del rey de Marruecos, Mohamed VI, en el mundo arabo-musulmán no solo obedece a su condición de gran estadista y benefactor de los países hermanos, sino también a su condición de Amir al Mouminin o Príncipe de los Creyentes. Y, sobre todo, por su defensa a ultranza de un islam auténtico, abierto y tolerante, como es el rito malakita de la variante suní, que supone un extraordinario elemento de cohesión social. Conocedor de ese deseo regio, el pueblo marroquí es consciente del papel fundamental de su rey, enfrascado en mil batallas, y se muestra agradecido por la magnanimidad del monarca.
El pasado día 28 fue un día especial. Como cada viernes, el rey de Marruecos acude a una mezquita distinta para celebrar el día festivo religioso de los musulmanes; acude a la khutba (predicación) y escucha las palabras de quien dirige la oración, sentado sobre las alfombras, en las primeras filas, entre las diversas personas que asisten a los rezos. Ese viernes fue realmente un día especial: Mohamed VI, rey y Comendador de los Creyentes, acudió a la mezquita Tarik Ibn Zyad, en Tánger, donde la predicación fue dirigida por Mohamed Fizazi.
Se da la particularidad de que este líder religioso-comunitario fue detenido en el año 2003 en el curso de las investigaciones que se realizaron por los graves atentados de Casablanca, perpetrados el 16 de mayo de aquel año. Arresto que se produjo por la influencia religiosa que pudo haber tenido respecto a los autores. Tras diez años de prisión quedó en libertad como consecuencia de una medida de gracia real.
Fizazi ha mantenido su quehacer hacia la integración, dentro de la cohesión religiosa de Marruecos (malakita-suní) que durante siglos se ha mantenido como un islam moderado, abierto y auténtico. En Marruecos, aunque de forma muy discreta, se ha trabajado eficazmente desde el año 2004, desplegando una política orientada a la integración de todo el espectro de los que se denomina la Salafia Jihadia (salafismo) especialmente de sus representantes.
El propio Imán Fizazi, en su alocución, habló de la importancia de la seguridad y de la lucha contra la pobreza, así como del "éxito y la relevancia del proceso que se desarrolla en Marruecos para la inclusión y la integración". Fizazi sea quizá uno de los exponentes más claros de hacia dónde camina esa potente política que ha terminado por convertir a Marruecos en un fuerte bastión contra el extremismo y el sectarismo religioso.
SM Mohamed VI y Fizazi mantuvieron, incluso, un breve encuentro, del que el imán dijo a los medios de comunicación que "el encuentro con el rey Mohamed VI fue muy agradable; descubrí que es un hombre de gran calidad. Él es humilde, tímido y humano. Cuando usted está frente a él no se siente intimidado o temeroso". Mohamed Fizazi añadió que "este gesto nos muestra cómo el rey es una persona sabia e inteligente y envía un fuerte mensaje a la sociedad marroquí y al mundo. También demuestra que quiere unir a todos los sectores de la sociedad marroquí, a pesar de que son diferentes", dijo con entusiasmo.
Téngase en cuenta el roll que juega la religión en las sociedades arabo-musulmanas. El islam es tanto un tema de conflicto, como un asunto de conciliación. Todos esos pueblos respiran religión: rezan cinco veces al día, ayunan un mes al año (Ramadán) y tienen un gran respeto y devoción por sus creencias. En este sentido, Mohamed VI ha tenido el gran acierto y el pragmatismo de haber fomentado y reforzado la cohesión religiosa malekita-suní, con la mirada puesta en lo que fue Al-Ándalus: prosperidad, sapiencia, etc.
Por cierto, el soberano marroquí envió un discurso a los asistentes en la IV Cumbre África-Unión Europea que se celebró los días 2 y 3 en Bruselas, en la que se impuso el enfoque clarividente del rey Mohamed VI (a quien me he permitido calificar de "paladín del panafricanismo") para África, que consiste en tratar las problemáticas del continente en el marco de una asociación solidaria.
Asimismo, el profesor de Derecho y experto internacional en al cuestión del Sáhara Aabdelhamid El Ouani ha declarado en el foro de la MAP que "nada justifica la creación de un mecanismo de vigilancia de los derechos humanos en las provincias del Sur del Reino".
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