Lo publicábamos ayer en portada: medio millón de canarios subsisten con menos de 456 euros al mes. El 23% de la población de estas Islas viven en el umbral de la pobreza, mientras que 142.809 canarios padecen una pobreza severa ya que han de subsistir con menos de 228 euros mensuales. Seguimos con algunas cifras más que nos ponen los pelos de punta: el nivel de ingresos en los hogares canarios se ha reducido un 17% en los últimos seis años, al pasar de una media de 1.950 euros en 2007 a 1.619 el año pasado. Nada menos que 120.382 hogares canarios tenían a todos sus miembros sin empleo a finales del pasado año, según datos del Instituto Canario de Estadística.

¿Todavía cree alguien que podemos seguir así? ¿Queda en este Archipiélago algún españolista, amante de la españolidad o leal a España capaz de defender la dependencia colonial que arrasa nuestros recursos y nos destierra a la miseria? ¿Hay todavía alguien en las filas de Coalición Canaria capaz de secundar la desastrosa política de Paulino Rivero y su camarilla política? Porque si una gran parte de la culpa de que tantos canarios estén en la pobreza la tiene el colonialismo español, no es menos cierto que existen otros grandes culpables: los falsos nacionalistas que engañan al pueblo con vanas promesas para conseguir votos y luego lo traicionan miserablemente. Ni uno solo de los militantes significativos de CC ha dicho jamás que la independencia es la única salida de estas islas. Al contrario: algunos, como la señora Oramas o el señor Melchior, han proclamado abiertamente su españolismo y su oposición a que Canarias sea una nación soberana con su estado. Sabemos que hay patriotas en Coalición Canaria. Incluso existe la corriente de opinión Secundino Delgado, cuyos seguidores, como es el caso de Hilario Rodríguez, quieren la libertad de esta tierra porque están convencidos, al igual que lo estamos nosotros, de que esa es la única opción que tenemos. O la libertad para administrar nuestros recursos, o nuestra desaparición como pueblo por inanición. Pronto veremos a muchísima gente vestida con harapos porque no habrá dinero ni para comprar en las tiendas de los chinos o en el rastro.

¿Qué necesidad tenemos los canarios de seguir soportando estas calamidades? ¿Qué le debemos a Paulino Rivero para que su partido insista en metérnoslo con calzador para un tercer mandato? Hasta Zapatero comprendió sus limitaciones como político y renunció a postularse por tercera vez como candidato a la presidencia del Gobierno de España. Antes que él, Aznar dijo que sería presidente un máximo de dos legislaturas y cumplió su palabra. ¿A cuenta de qué ha de seguir Paulino Rivero? ¿No comprenden quienes campan a su alrededor que el bien del pueblo canario está por encima de sus intereses personales? Convénzanlo de una vez para que dimita. Mejor si después de dejar su cargo abandona también las Islas. Su presencia en Canarias, lo hemos dicho muchas veces, puede encrespar los ánimos, de la misma forma que suscitan airadas protestas entre los manifestantes los banqueros cuando acuden a los juzgados para declarar por sus delitos. Y si Rivero, Mena, Ríos, Barragán, Ruano, González Ortiz y algunos más no aceptan apearse voluntariamente de la política, hay que echarlos a patadas, eufemísticamente hablando.

Difícil es encontrar una portada de la prensa escrita sin noticias preocupantes porque alarmante, muy alarmante, es la situación social. Tan solo los periódicos adictos a Rivero y a su régimen políticamente despótico tratan de pintar de color rosa una realidad que cada día es más negra. Periódicos impresos en papel y también digitales que arremeten con fuerza contra esta Casa porque EL DÍA no se somete a nadie. Llevamos más de un siglo en la calle. Hemos superado dos guerras mundiales, una guerra civil, dos dictaduras. La segunda de ellas fue muy perjudicial para nuestros intereses, pues se nos obligó, pistola al pecho, a cambiar el nombre de La Prensa por EL DÍA y a publicar diariamente el yugo y las flechas -el escudo de Falange Española- junto a la cabecera. Hemos asistido a la caída de la Monarquía y a su restauración. Hemos atravesado crisis y las hemos superado. Hemos estado junto a los tinerfeños, y junto a los canarios en general, cuando había que comprar con libretas de racionamiento. Los ejemplares que guardamos en nuestra hemeroteca dan fe de las acciones emprendidas en la guerra y la postguerra por el Auxilio Social. Sabemos de lo que hablamos. Que no venga nadie ahora a decirnos lo que debemos hacer. Aceptamos los consejos bienintencionados porque aquellos que rechazan siempre las sugerencias de personas sabias -lo dijo Benjamín Franklin- no pueden ser ayudados. Sin embargo, y aunque algunos de nuestros apreciados lectores puedan pensar que pecamos de petulantes, somos nosotros los que estamos en mejores condiciones de aconsejar a nuestros compatriotas. Nos avala sobradamente esa experiencia acumulada a lo largo de más de cien años. Leoncio Rodríguez siempre amó al pueblo canario y, en consecuencia, quiso lo mejor para los isleños. Lo mejor es la libertad. La libertad es el don más preciado que posee un ser humano, además de su propia vida. El fundador de esta Casa quería que Canarias fuese un país independiente, pero la época que le tocó vivir no era propicia para determinadas proclamas. Antes de la República hubo una dictadura, y después del paréntesis republicano y de una sangrienta contienda civil entramos en otra dictadura caracterizada por un centralismo absoluto. Cuando fue posible hablar con libertad sin temor a ir a la cárcel, José Rodríguez ha materializado las ideas de su tío Leoncio en la actual línea editorial de EL DÍA. El compromiso con la historia y con Canarias es demasiado fuerte para que de la noche a la mañana hagamos dejación de nuestras responsabilidades. Lo manifestamos hace unos días en uno de nuestros comentarios y lo repetimos hoy: si Paulino Rivero quiere que dejemos de criticar sus acciones como político, lo tiene fácil. Basta con que dimita y se marche. Si su deseo es quedarse en las Islas, allá él. En ese caso posiblemente tenga que enclaustrarse en su mansión porque la gente lo abuchearía en cuanto saliese de ella. El exilio es una recomendación que le hacemos pensando en lo mejor para él. La misma recomendación les damos a los amigos de Rivero y a los que viven gracias al paulinismo o el paulinato. Recomiéndele que dimita cuanto antes y se marche.

En cuanto a los amantes de la españolidad, igual: no dejaremos de criticar el colonialismo español porque la dependencia para todo de una capital situada a 2.000 kilómetros de Canarias es una infamia y un insulto al sentido común. Somos el único país africano que sigue colonizado, aunque algunos se arrugan cuando decimos que somos africanos. Nuestra cultura y nuestro idioma son europeos, pero Canarias es un archipiélago africano. Algunos de los que hoy se molestan cuando decimos esto se llevarán una gran sorpresa el día que se levanten por la mañana y se encuentren una chilaba a los pies de la cama. ¿Cuántos son los que siguen sin enterarse de que estamos a menos de cien kilómetros de las costas de Marruecos? Estamos tan unidos geográficamente al continente africano, que cuando el rey alauita así lo decida pasamos a formar parte de Marruecos de la noche a la mañana. Entonces habremos pasado de ser la posesión de un país a convertirnos en una provincia archipielágica de otro. No estaremos peor gobernados desde Rabat que desde Madrid, pero lo que deseamos con todas nuestras fuerzas es gobernarnos a nosotros mismos.