1.- Detrás de una crónica hay muchas cosas. Hay una experiencia vivida y hay constancia de que si uno dispone de espacios donde escribir -este es uno de ellos, el mejor- el cronista está expuesto a algo común en este país, que reflejó con maestría : la envidia, el pecado nacional por antonomasia. Sentimiento que yo no albergo donde se albergan los sentimientos porque durante toda mi vida he hecho lo que me ha dado la real gana, he dicho lo que he querido y he actuado como me ha salido de los bajos, que suele ser el lugar desde donde parten las actuaciones brillantes de los tíos y supongo que también de las tías. Jamás me molesto con nadie, hablo con mis enemigos con cierta cordialidad, cuando se me acercan, y los comprendo a todos: a los de aquí, que parecían amigos, e incluso a los de Las Palmas, especialmente a uno que tiene un confidencial, que -dicen- me cita día sí, día no, y ahora mucho más, por razones que ignoro. Y partiendo de premisas erróneas porque información, lo que se dice información sobre un servidor, tiene más bien poca. Si me llama se la doy toda, para que escriba con más certeza.

2.- ¿Y por qué este rollo? No, por nada. Porque a uno le llega una edad en la que se la suda casi todo. Y porque tengo muy claro quién soy, a dónde voy -o he ido- y qué debo hacer en cada momento. Es curiosa la trayectoria del de Las Palmas, que ha sido apoyado por dos Cacos en varias etapas de su vida: Caco Henríquez y Caco Becerra, que es un viejo amigo mío. Este chico ha estado siempre entre Cacos, pero no se le ha pegado sino el nombre, no el buen fondo de sus mentores. No lo habré visto más de tres veces en mi vida, siempre en los tribunales -a los que odio-, pero se permite citarme, día sí, día no, en su bodrio secreto y atribuirme cosas que no he escrito jamás, ni ahora, ni antes, ni nunca. Si me conociera sabría que lo que digo es cierto. Y si fuera más fino también captaría mi estilo literario. Así que sólo soy responsable de lo que escribo, no de lo que los demás dicen que escribo. Lo comparta o no, que esto es aleatorio, unas veces sí, otras veces no.

3.- En fin, que esto de la crónica es una lata y un día lo dejo. No tengo yo el cuerpo para seguir en la trinchera. A ver si mis hijas me dan nietos para ponerme las babuchas, no tener que aguantar destemplanzas y llevarlos al colegio, sorteando el tráfico y cruzando en oblicuo los pasos de peatones, al más puro estilo carcamal. Una mañana de éstas diré adiós y a tomar por culo la crónica. Porque servidor sólo compone crónicas. Se lo digo especialmente al pedazo de idiota criado entre Cacos.

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