A los 18 años se enamoró "locamente" de un joven de Granadilla de Abona en la que fue su primera visita a Canarias, ha ejercido el periodismo durante años y es una de las principales voces de la novela negra mundial. La escritora sueca Mari Jungstedt (1962), residente en el municipio grancanario de Arguineguín, presentó ayer en la librería Lemus de La Laguna "Doble silencio", la séptima parte de una serie ambientada en la isla de Gotland en la que tres parejas comparten un viaje a Fárö que coincide con la celebración de un festival anual en honor del cineasta Ingmar Bergman.

¿Por qué decidió adentrarse en la novela negra y no, por ejemplo, la romántica o la histórica?

Desde niña me han gustado los libros de misterios; los que no puedes parar de leer... Esos que te obligan a saber el contenido de la próxima página. Mi único desafío es saber si puedo escribir así; si soy capaz de conseguir que un lector sienta esa atracción. Además, en mi profesión como periodista he tenido mucho contacto con la policía y eso me ha contaminado un poquito (sonríe).

La gran tradición literaria que existe en su país en torno a este género también ha influido, ¿no?

La novela negra en mi país tiene un componente de crítica social muy importante. Allí no todo funciona tan bien como piensa la gran mayoría de los habitantes de este planeta. Nosotros tenemos IKEA, pero también nuestros problemas y la literatura es una gran ventana para mostrarlos. La novela negra ha roto el mito de que en Suecia todo es idílico y sus mujeres hermosas... Vendemos al exterior una sociedad del bienestar, un lugar que ama la naturaleza, con muchos derechos, pero en su novela negra se aprecia con claridad que eso no es del todo cierto.

¿Hay quien piensa que la crisis fomenta este tipo de tramas?

En Suecia esta lectura es bastante popular y allí no hay una situación económica tan negativa como la que se vive en España.

¿Su formación periodística le ha facilitado el oficio de escritora?

Ha sido una ayuda. Sobre todo, esa parte vinculada con el mundo de los sucesos. Digamos que he aprendido a elegir caminos que al final me permitieron el acceso a "sex club" en los que solo estaba permitido el paso a los hombres. Yo sé cómo se manejan las personas en diferentes mundos y qué hay que hacer para llegar a tener un buen trabajo. Más del 50% uno de mis libros es el resultado de una larga investigación.

¿Qué parte de Mari Jungstedt domina su obra; la periodística o la que tiene que ver con la creación literaria?

Yo nunca he tenido un plan porque cuando escribo es como si estuviera en un túnel; allí me siento aislada del resto del mundo. A veces la periodista entorpece más de la cuenta a la escritora porque solo está preocupaba por ser demasiado correcta y no me concede esa libertad de movimientos que necesitan los escritores. Entonces, digo: ¡Mari, por favor, puedes usar tu imaginación!

¿Dónde está la clave de su éxito?

Yo creo que es el resultado de una combinación que tiene que ver con una escritura bastante fácil de leer, unas generosas dosis de suspense y unas relaciones humanas con algo de profundidad. Es increíble ver cómo personas tan diferentes -su obra se ha traducido a 40 idiomas- son capaces de disfrutar tanto con el mismo libro. Los problemas de hoy son globales y al final todos somos más o menos iguales (sonríe).

¿El hecho de residir en Canarias ha influido a la hora de empezar a escribir historias que se localizan en este archipiélago?

La serie de Gotland sigue abierta y siempre puede generar nuevas aventuras, pero me apetece contar historias que ocurran en estas Islas. Buscar el suspense es algo innato en mis libros, pero yo no escribo solo por eso. Quiero dar a los lectores información útil.

¿Y a nivel personal, está cómoda en este país?

Cada vez que vuelvo a Suecia me dicen que hablo demasiado alto y que gesticulo mucho. Soy bastante alegre; me siento una española en el envase de una sueca.

¿Escribir de Canarias condicionará su manera de escribir?

Mis libros son míos y no me gusta establecer una posible comparación con otros autores. Seguiré cuidando mi espacio sin prestar atención a cómo escriben en España. Ese es mi rincón, solo yo y mi computadora, y no quiero romperlo.