1.- Me ha surgido el domingo/noche, cuando escribo -con tanta distancia porque es Semana Santa- tal zumbadera que no doy pie con bola. Atribuyo este estado nebuloso a varias razones que no vienen al caso. Entre las noticias tristes de la semana pasada está el fallecimiento de mi buen amigo Paco García del Rey, víctima de una larga enfermedad sobrellevada con una valentía ejemplar. Paco tenía 78 años y había sido vicepresidente del Cabildo con José Miguel Galván Bello en la Transición y su hombre de confianza. Un político vocacional y honesto. Mi último contacto con él, en la desaparecida "Cazuela", de Miguel de la Vega, hace unos meses. Paco perteneció a la extinta UCD, era ingeniero y cabildista. Muy cabildista. Fue el hombre de confianza de Galván en una época en la que se hicieron tantas cosas por Tenerife, desde el más absoluto desinterés. He hablado con su hija Cristina y le he trasladado mi pésame; y le he pedido que lo haga extensivo a sus hermanos y, sobre todo, a su madre, Cristina Hamilton, esposa de Paco García del Rey y compañera de tantos años, en la salud y en la enfermedad, como mandan los cánones. Un abrazo a todos ellos.

2.- Se están yendo los representantes de una generación extraordinaria. Después de actuar en política se refugiaron en su trabajo, en su familia y, en ocasiones, en sus enfermedades. Era gente sin ambición política, sino con la tierra como meta. Y por eso se les debe reconocimiento perpetuo. No he visto que Paco García del Rey tenga una calle a su nombre, pero se la merece. Nunca ambicionó nada, sólo trabajar y hacerlo bien. El padre de Paco, don Alfonso, era amigo de mi abuelo Domingo y un gran coleccionista de sellos. Tertuliano de la Cámara Alta en la plaza del Charco portuense. No sé si Paco lo sabía, pero ahora se lo comunico a su familia, en especial a mi buen amigo Juan Luis García del Rey, su hermano, con quien un día recorrí, con riesgo, la ciudad de Río de Janeiro.

3.- A pesar de que estoy con una sorimba notable, quizá abrumado por el ambiente, o porque se me van los amigos, he logrado decir lo que quería, en este domingo plomizo en que no se sabe si llueve o va a hacer sol; uno de esos días que te perturban la existencia a causa de su terrible pesadez. Cuando llegan estas fechas uno es consciente de que no vendrían mal unos días en una playa solitaria, tumbado al sol, como esos de "Supervivientes", pero sin hacer nada. A recuperarse uno de las tristezas que sobrevienen con la marcha de los amigos. Pero no, sigo aquí.

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