La Real Academia Española (RAE) define el término deflación como el "descenso del nivel de precios debido, generalmente, a una fase de depresión económica o a otras causas". Y si la definición de la RAE es preocupante, más aún es la interpretación que del concepto hacen los expertos, tras los últimos datos conocidos del Índice de Precios al Consumo (IPC) relativos al mes de marzo.

Esos datos han puesto de manifiesto que el pasado mes los precios dieron un respiro y subieron un 0,3%. Sin embargo, en los últimos doce meses la caída ha sido del 0,4%. Y en lo que va de 2014 el descenso registrado es del 0,7%.

Y es que, a pesar de lo que pueda parecer, en este caso concreto, que los precios bajen revela que la salud de la economía no es, ni mucho menos, la deseada. "La gente no gasta porque no tiene dinero para consumir", sería el resumen.

Francisco Concepción, asesor financiero y de inversión, EAFI, es claro al respecto. "La deflación es la peor situación de una economía", quizás solo superada por la "estanflación", esto es, el estancamiento con inflación, asegura el experto.

"Puede ser el anuncio de un paso previo a una recesión económica", advierte el profesor de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de La Laguna, Miguel Cabrera Pérez-Camacho. "Si los precios bajan, en lugar de subir, quiere decir que la economía está advirtiendo de que no estamos lanzados hacia una reactivación", añade.

"La caída de los precios puede ser más preocupante, incluso, que un proceso de inflación -subida- moderada", detalla Juan Jesús Arteaga, secretario general de Comisiones Obreras Canarias (CCOO). "Lo más grave es que refleja un estancamiento de la economía", subraya, que choca con los "cantos de sirena" que algunos están empezando a lanzar.

"Uno se puede preguntar por qué va a comprar algo si este algo estará más barato dentro de unos meses. Y llegado ese momento, por qué comprarlo entonces si un poco más adelante estará aún más barato", reflexiona Francisco Concepción. "Este comportamiento tan racional retroalimenta la causa más habitual de la deflación: la ausencia de demanda", sentencia.

¿Qué se produce entonces? Un círculo vicioso "muy peligroso", precisa el asesor financiero. Las empresas se ven obligadas a vender más barato, por tanto tienen que ir ajustando sus costes, entre ellos los salarios. Al final, muchas no superan la situación y terminan despidiendo trabajadores.

Al mismo tiempo, el Estado recauda menos por la caída generalizada de la actividad económica, pero incrementa sus gastos pagando a más desempleados. "Perdemos todos", sintetiza.

Y si peligrosa es la aparición de la deflación, más aún es su pervivencia. A juicio de Concepción, la deflación es un fenómeno "difícil de erradicar". Como ejemplo cita el caso de Japón, un país con una bajada de precios casi eterna y cuya economía se ha podido sustentar gracias a las exportaciones.

¿Cuál sería la solución? Para Cabrera Pérez-Camacho, las vías para salir de ella pasan por la aplicación de medidas "políticas y económicas y fiscales". "Hay que tomar medidas que dejen más dinero en el bolsillo de los ciudadanos", considera el profesor de la ULL, y entre ellas cita el "abaratamiento" de los costes de la Seguridad Social, en tributos... "Desde el momento en que al ciudadano se le vaya el dinero que le queda después de comer entre impuestos y Seguridad Social, pasa lo que está ocurriendo", sentencia el docente universitario.

Juan Jesús Arteaga va un paso más allá. En su opinión, la receta para dejar atrás la amenaza de deflación pasa por abandonar las políticas de austeridad y favorecer la inversión pública. Y por ello están incidiendo en ello cara a las elecciones europeas del próximo 25 de mayo, reclamando un giro en las políticas dominantes, que apuestan, precisamente, por gastar menos y controlar el déficit por encima de cualquier otro aspecto.