La abrupta salida del escocés David Moyes del banquillo del Manchester United tras apenas diez meses en el cargo evoca en los aficionados ingleses las peores horas de un club acostumbrado a mantener proyectos deportivos a largo plazo.

Tras 26 años al mando del vestuario de Old Trafford, Alex Ferguson se fue la temporada pasada ganando su decimotercera liga inglesa y señalando oficiosamente como sucesor a Moyes, que durante una década había construido un proyecto futbolístico desde la base en el Everton.

Un año después, el United está condenado a cerrar la temporada con el peor cómputo de puntos de su historia en la Premier, con los peores resultados en casa desde 1978 y fuera de la Liga de Campeones por primera vez en casi dos décadas.

Fueron precisamente los "Toffees", el antiguo equipo de Moyes, quienes le clavaron la puntilla este fin de semana al ganar al United por 2-0 y dejar al conjunto de Manchester ya sin posibilidades de entrar en Europa.

Cuando firmó este verano por seis temporadas, Moyes, que el viernes cumple 51 años, confiaba en que los Glazer, la familia estadounidense propietaria del club, tendría con él tanta paciencia como demostró con Ferguson durante años.

Moyes, sin embargo, ha batido diversos récords negativos en estos diez meses y había agotado casi todas sus oportunidades al caer eliminados los "diablos rojos" de la Liga de Campeones en cuartos de final por el Bayern Múnich a principios de abril.

La profunda crisis en la que se ha hundido el club retrotrae a los aficionados a la otra gran convulsión que vivió la entidad: la salida del legendario Matt Busby en junio de 1969 tras 24 años como entrenador.

Aquel cambio fue tan traumático que, poco más de un año después, Busby tuvo que volver a hacerse cargo de un equipo que no lograba remontar el vuelo con el inglés Wilf McGuiness al frente (el United fue octavo aquella temporada, en una liga que se llevó el Everton).

Parece improbable que se vuelva a repetir la situación de 1970 y Ferguson regrese a sus 72 años para poner orden en el club, por lo que los Glazer deben buscar ahora a un técnico que enderece la situación la próxima temporada, un cometido para el que se bajaran nombres como el de Louis van Gaal, seleccionador de Holanda, y el francés del París Saint-Germain Laurent Blanc.

Quien tome el relevo de Moyes, más allá del veterano centrocampista galés Ryan Giggs, que se ha hecho cargo del banquillo de manera provisional, deberá congraciarse con una plantilla que no le ha puesto las cosas fáciles al que hasta hoy fue su entrenador.

El escocés llegó al club enfrentado con su principal estrella, el inglés Wayne Rooney, con quien había mantenido en el pasado un litigio en los tribunales por una biografía del futbolista en la que revelaba algunas conversaciones privadas entre ambos.

Con los resultados grises llegaron además las críticas públicas de otros jugadores de la plantilla.

En febrero, tras perder por 2-0 ante el Olympiacos en Grecia, el holandés Robin Van Persie cargó contra la táctica de su entrenador.

"Mis compañeros ocupan a veces los espacios donde yo quiero jugar. Eso me obliga a ajustar mis carreras en función de las posiciones que ocupan los demás. Desafortunadamente, muchas veces están jugando en mis zonas", se justificaba el holandés tras la derrota.

Meses antes, futbolistas veteranos de la plantilla como el central inglés Rio Ferdinand ya habían aireado algunas diferencias con el técnico.

"Este entrenador es algo diferente, no nos da el once inicial con antelación. El antiguo entrenador (Ferguson) sí lo hacía y eso te permitía saber si ibas a jugar. Entonces podías llegar al día del partido con algo más de intensidad", sostenía Ferdinand a principios de diciembre, poco después de perder 0-1 ante el Everton en Old Trafford.

David Moyes tampoco ha mantenido una relación idílica con los medios británicos, que lanzaron críticas sobre él ya durante el mercado de verano.

Fueron censuradas las gestiones del escocés para fichar a Cesc Fàbregas cuando el español no tenía intención de dejar el Barcelona.

El fichaje del también español Thiago Alcántara por el Bayern Múnich se vivió además como una decepción en Old Trafford, mientras que el culebrón para tratar de llevarse del Everton al belga Marouane Fellaini y el inglés Leighton Baines también dejó tocada la imagen de Moyes, que cierra su proyecto en Manchester más de cinco años antes de lo previsto.