La vida se va en nada. "Vuela" dentro de una ruleta llamada rutina de la que parece imposible poder salir. Hipoteca, crédito del coche, familia, trabajo... Hay gente que un día se despierta y decide agarrarse a un sueño. Son casi siempre personas incomprendidas por la sociedad, aunque resulta curioso que los "normales" acaban por envidiar esa libertad que desprenden por ser uno mismo. Solo buscan eso. Bots es uno de ellos.

Es capaz de tocar con soltura casi todos los instrumentos, que transporta en un carro de bebé. Le va cambiar de estilo, pero hay algo que nunca olvida: una sonrisa. Es un músico callejero. De los que ponen el gorro a la espera de una recompensa por sus melodías. En Santa Cruz de La Palma demostró ser un espectáculo en sí mismo, hasta el punto de que el ayuntamiento decidió incluirlo dentro de un programa oficial de actos en la calle.

Su historia es "grande". Para contarla. "Me gusta ver mundo y tocar música en la calle. Encontré una forma de vivir haciendo lo que me gusta", afirma. Bots agarró una bicicleta, "con instrumentos y todo", y estuvo durante cuatro años recorriendo diferentes países de Europa. "No era fácil", reconoce. Ahorró lo suficiente para cambiar de medio de transporte y decidió comprarse un barco. Ni una casa para vivir ni un coche para desplazarse en la ciudad. Fue a lo grande. "Primero estuve con un amigo en Grecia que tenía un barco", pero solo navegaba por el país heleno.

Bots se "independizó". Compró su propia embarcación y hace dos años salió de Grecia para parar en Sicilia, Cerdeña, Córcega, Menorca, Mallorca, Ibiza, Cádiz, Fuerteventura, Tenerife, La Gomera y ahora en La Palma. "Han sido dos años navegando y parando en diferentes ciudades para hacer lo que me gusta, música". No hay más secreto. Luego partirá a Cabo Verde, aunque "todo depende del viento". Su vida es humilde. Ahorra lo suficiente para combustible y comida... y busca de otro destino. Eso sí, sabe elegir "y todo el verano lo pasaré en Canarias".

El protagonista de esta historia reconoce que "no me gusta el sistema de vida normal. Comprar una casa, un coche, quedarte en la misma ciudad, para lo que tienes que trabajar y trabajar para cubrir gastos hasta que te mueres". Esa reflexión no es exclusiva. Es más, es bastante común. Apunta que "si solo tienes una vida, por qué no intentar un sueño". Él, al menos, lo hace.

Bots no es egoísta. Defiende que su casa (su barco) también puede ser disfrutado por otras personas con el mismo sueño, siempre que respeten unas normas de convivencia. En una embarcación también existen. A propósito, señaló que "a veces viajo solo, pero ahora somos cuatro. Normalmente siempre tengo visitantes, grupos de músicos". Uno de ellos. Lucas, que toca el acordeón, "se subió al barco en La Gomera".

Aunque su música suene casi a conservatorio, Bost no esconde que "aprendí a tocar música en la calle. Antes trabajaba de carpintero". Y sí, se aburrió de aquella vida y decidió cambiarla.

En busca del Caribe... o lo que el viento diga

Bots no descarta acabar su viaje en el Caribe, aunque le gustaría también pasar por Senegal. En verdad, "tampoco hago muchos planes", afirma. Con saber que durante el verano estará en Canarias ya le parece suficiente planificación. Luego, "veremos los vientos". Lo dice con una tranquilidad, un sosiego, que acaba despertando envidia. Sana, pero envidia.