El hotel Sol de Puerto de Naos, en Los Llanos de Aridane, una de las instalaciones alojativas de referencia en La Palma, cerró sus puertas con carácter temporal y aprovechará la temporada más baja de turismo en la Isla para modernizar sus instalaciones.

El cierre se prolongará hasta el próximo día 15 de julio, evitando con ello dos meses y medio en los que las instalaciones hoteleras de La Palma, también otras actividades ligadas directamente al sector, acumulan pérdidas por la baja ocupación, motivada principalmente por la caída de vuelos desde Alemania, apenas tres a la semana, y, también, por la crisis económica que reduce la llegada del turismo nacional, en comparación con las añoradas épocas de bonanza económica.

El hotel tiene en plantilla 80 trabajadores entre los fijos, que trabajan durante todo el año, y los fijos discontinuos, que habitualmente son contratados por un período de diez meses. El cierre afectó a 78 trabajadores, que se han tenido que ir momentáneamente al paro, manteniendo sus puestos de trabajo el director del hotel, Alfredo Capote, y un personal de mantenimiento.

Capote aseguró a EL DÍA que la totalidad de los trabajadores "serán contratados de nuevo a partir del día 15 de julio. Son fijos en la empresa y saben que cuando se acabe el cierre por obras, volverán a sus puestos". Hizo especial hincapié en que la decisión de cerrar se debe "a los trabajos que se van a ejecutar", es la versión oficial, una actuación que consistirá "en una mejora exterior, en los balcones, y en la sala de máquinas del propio hotel", cambiando el sistema de aire acondicionado y de agua caliente, lo que, por otro lado, es también claramente necesario.

El cierre del hotel Sol, que ayer fue el primer día que amaneció sin clientes, es el primero que se produce en la Isla en la temporada baja de visitantes, una situación que sí es habitual en otras ciudades turísticas, y además de afectar a sus trabajadores y proveedores, también lo sufrirán de forma importante los negocios ubicados en el paseo de Puerto de Naos. Los casi 500 clientes que de media se alojaban en la instalación hotelera, de cuatro estrellas, eran a su vez una fuente de ingresos importante para cuadrar las cuentas de otros establecimientos que viven a su "sombra".