Atiende la llamada de EL DÍA a la salida del consulado de Rusia en Madrid tras gestionar los visados para viajar a finales de mayo a territorio exsoviético y participar en un festival. "La música y la guitarra son mi pasión... Así ha sido mi vida en los últimos 40 años", insiste el madrileño Javier Vargas (1958), quien hoy, a las 21:00 horas, visita el teatro Leal de La Laguna al frente de la Vargas Blues Band. Junto a él estarán Gaz Pearson (voz principal), Luis Mayo (voz y guitarra) y Peter Kunst (batería).

¿Cuáles son sus sentimientos hacia la guitarra?

Siento amor por la guitarra; la veo como una prolongación de mi cuerpo... Con ella he aprendido a transmitir sentimientos y "feeling". Yo no toco igual hoy que hace 20 años. La música es un idioma al que hay que dedicarle tiempo para llegar a dominarla.

Carlos Santana, Glenn Hughes, Prince, Devon Allman... La lista es larga. ¿Cómo se vive desde dentro esas alianzas, colaboraciones o coincidencias artísticas?

Sí... Podemos llamarlo coincidencias artísticas. Eso surge a raíz de un músico que te habla de otro músico y cuando te das cuenta ves que tu espacio es algo más grande. A Devon Allman, por ejemplo, lo conocí a través de un productor de Memphis, a Carlos Santana me lo presentó un amigo común en San Francisco y más tarde alguien me dijo que por qué no hacía algo con Glenn Hughes. Lo más reciente han sido unas giras con Carmine Appice y Paul Shortino que al final propiciaron el material para grabar "Heavy city blues". Ahora estoy con Luis Mayo, Peter Kunst y Gaz Pearson, que además de tocar en la Vargas Blues Band, colaboran en un proyecto que tengo con Chris Jagger, el hermano de Mick Jagger. Cada etapa es un renacer que me permite encontrar nuevos estímulos creativos... Me aburre repetir lo mismo. Por eso siempre trato de darle una vuelta de tuerca a mis composiciones más antiguas.

¿Esa inquietud por buscar nuevas sensaciones es lo que le ha permitido alargar durante más de 40 años su carrera?

Yo me considero guitarrista, pero también tengo una visión global de la música porque soy un compositor que busca crear un sonido propio. Hace algunos años me gustaba hacer escalas y dejar a la gente con la boca abierta; que dijeran eso de: ¡Ufff, mira lo que está tocando! En estos momentos quiero trabajar más para la canción y transmitir tocando, es decir, ahora busco más el "feeling" para llegar al corazón del público, aunque sin renunciar a sacar mucha metralla.

¿Qué valoración hace en torno a la reordenación de la industria del disco?

El modelo de negocio ha cambiado y las redes sociales tienen mucho protagonismo en el mercado digital, aunque en los últimos tiempos se aprecia un retorno al vinilo... Mi último disco no está en ese formato, aunque el próximo sí que quiero sacarlo en vinilo. Nos hemos vuelto a subir en esa furgoneta del pasado en la que íbamos de ciudad en ciudad para mostrar nuestra música. El directo nos está salvando la vida. Con las redes sociales pasa algo parecido. Hoy muchos artistas se tienen que autoproducir y planificar el día a día a través de internet.

¿Pero no existe el riesgo de crear propuestas muy efímeras, grupos que nunca podrán decir que tienen 40 años de experiencia?

La industria siempre ha buscado recuperar la inversión realizada rápidamente... Hoy sacan un artista a todo trapo y si este no cumple con las expectativas creadas le dicen que pase el siguiente, pero la música de consumo rápido ya existía en los años 60. Entonces también había bandas que pegaban un pelotazo con un "hit" o dos y al final acababan diciendo chao.

¿Alguna vez se ha sentido intimidado por los conocimientos de algún guitarrista?

Como guitarrista he tenido mis épocas malas, regulares y buenas, pero no me he sentido intimidado por nadie porque cada músico toca lo que siente en su corazón. Esto no es una competición deportiva, pero es evidente que hay nombres como Ray Gomez, Luis Salinas o Santana aunque, sobre todo, he conocido guitarristas fabulosos que eran grandes desconocidos.

¿Dónde está el secreto para que un disco no caiga en el olvido?

Yo tengo discos que se grabaron hace más de 20 años que hoy siguen teniendo un sonido alucinante... Eso se logra buscando unos mínimos de calidad que garanticen lo que le estás dando al público. Siempre procuro dar lo mejor que tengo para que la gente disfrute en su casa escuchando mi música. Si metes el corazón en un álbum, tienes alguna garantía de que este superará el test del tiempo. Eso es lo que al final te permite avanzar hasta el siguiente nivel.

¿Y dónde está el siguiente nivel de la Vargas Blues Band?

Eso es algo que aún está por ver. Lo que sí tengo claro es que estamos viviendo el mejor ciclo de la Vargas Blues Band. Los que vengan al Leal podrán comprobarlo. La vida es como un videojuego; cada vez que pasas una pantalla aumentan las complicaciones. Hay que ser muy habilidoso con el "joystick" porque si te equivocas vuelves al punto de partida.