Probablemente sea el mejor equipo de Europa desde hace dos temporadas, pero ni en Londres 2013 ni este año en Milán han podido ni sabido demostrarlo.

En Madrid 2015, en la Final Four de casa, el conjunto que dirige Pablo Laso tendrá su tercera oportunidad, quién sabe si la última para esta generación, de confirmar con un título de Euroliga su definitivo retorno a la elite.

Ayer, en el Mediolanum Forum de la capital lombarda, el Real Madrid perdió su segunda final de la Euroliga consecutiva. El Maccabi Tel Aviv le pasó por encima (86-98) en una prórroga en la que el base estadounidense Tyrese Rice, MVP del partido, estuvo espectacular, anotando 14 de sus 26 puntos.

No hay que darle más vueltas, como dijo un abatido Laso a la conclusión del partido, el Madrid, que había hecho una Euroliga sensacional, no pudo ser campeón porque sencillamente su rival fue mejor en la hora de la verdad.

Con corazón, intensidad y un defensa al límite, el Maccabi minimizó el acierto de los mejores jugadores del conjunto blanco, que ayer no encontraron la efectividad en la anotación que sí tuvieron en la semifinal del viernes, cuando destrozaron al Barcelona (62-100), con un baloncesto coral y una orgía de canastas desde el perímetro.

Solo hay que darle un repaso a las estadísticas del partido para ver que en la final, Nikola Mirotic, Sergio Llull, Rudy Fernández y Sergio Rodríguez no tuvieron su día. Sí, ni siquiera, el ''Chacho'', MVP de la competición, y máximo anotador de su equipo en la final, con 21 puntos, ofreció su mejor versión.

Entre estos cuatro jugadores, anotan el 55% de los puntos del Madrid en Euroliga, por lo que su aportación en cada envite resulta, sin duda, capital para el triunfo del equipo.

Mirotic ha promediado un 50% de acierto en tiros de campo esta temporada en la máxima competición continental; Rodríguez, un 49,7, Llull, un 48,4; y Rudy un 44,4 por ciento.

Anoche, sin embargo, Rodríguez se quedó en un 37,5%, Rudy hizo un 35, Mirotic tuvo un 31% de efectividad y, la estadística más sangrante, fue la de Llull, con un 0 de 7 en tiros de campo. Aun así el base-escolta madridista pudo salvar su actuación con ocho asistencias que permitieron que su valoración final fuera solo de -2.

Todas las estrella del Madrid rindieron por debajo de su nivel. Y es que el 19 de 20 en tiros libres (un 95%) no pudo compensar al final el 17 de 40 en lanzamientos de dos (43%) ni el 11 de 34 en triples (32%) que los blancos firmaron a la conclusión del choque.

Veinte años después de su octava Copa de Europa, la conquistada en 1995 en la fase final disputada en Zaragoza, el Real Madrid tendrá una nueva oportunidad de levantar la novena en su pista, el Palacio de Deportes de la capital de la Comunidad.

Sería la primera para Laso, que ha devuelto la brillantez a un equipo, que sigue siendo el más laureado del Viejo Continente pero que durante los últimas dos décadas había transitado, sin pena ni gloria, por la clase media del baloncesto europeo.

El técnico del conjunto madridista sin duda merece una Euroliga para entrar así en el exclusivo club de entrenadores que alguna vez han hecho a sus equipos campeones de Europa.

Desde ayer ese club tiene otro ilustre miembro, David Blatt, el técnico del Maccabi, que ganó el título con el conjunto israelí en 2004, pero cuando era segundo de Pini Gershon, pero nunca lo había hecho hasta ahora como primero.

Semifinalista en 2002 y finalista en 2011, Blatt por fin consiguió en Milán el título que le faltaba y que le ha convencido de que el Maccabi debe seguir siendo su casa la próxima temporada, un anunció que hizo tras la final cuando todo el mundo espera que cambiara Tel Aviv por Moscú para sustituir a Ettore Messina en el CSKA.

El conjunto macabeo, que suma ya cinco títulos, vuelve a reinar en Europa. Anoche acabó con su maleficio, pues había perdido las tres últimas finales de Euroliga que había disputado (Praga 2006, Madrid 2008 y Barcelona 2011).

El ejemplo israelí puede servir al el equipo de Laso. Y es que, para alcanzar la gloria, a veces hay que descender antes a los infiernos unas cuantas veces.