"Tengo muchas inquietudes, pero ninguna pasión que no sea escribir". Así define la tinerfeña Alba Sabina Pérez el escenario en el que crece su primera novela. "Silence" (Neys Books) es la oferta literaria de una joven creadora que confiesa "no sentir pudor a la hora de relatar sus historias". Autora de "¿Quién cuidará de mis guardianes?", un libro de relatos que vio la luz en 2013, esta vez moldea una trama localizada en Costa del Silencio (Arona) en la que una joven solitaria irá descubriendo una realidad que ha estado oculta demasiado tiempo y en la que nada es lo que parece. Un puzzle sensorial donde reinan los silencios.

¿Alba Sabina es una narradora atrevida?

¿Atrevida? Sí, puede ser. No soy una narradora pudorosa ni con prejuicios. Esta no es una novela polémica, pero sí atrevida. Es una historia de transición en la que los personajes toman constantemente decisiones que pueden ser cuestionadas. Lo que yo tengo de atrevida, si se puede llamar así, es que nunca juzgo a mis personajes ni a mis historias.

¿Qué sensaciones le genera su primera novela publicada?

Publicarla, porque otras novelas nunca llegaron a este punto, ya es un salto cualitativo importante. Yo me siento cómoda escribiendo novela, aunque haya gente que opine lo contrario. Salir con una novela no fue una decisión sencilla de tomar porque aquí te lo juegas todo a una carta. Un lector de novelas no perdona un error. En un libro de relatos sí que tienes un pequeño margen para equivocarte.

¿Por qué optó por Neys Books para publicar "Silence"? Se lo digo porque usted en el pasado trabajó con una editorial asociada con el Grupo Planeta.

Tenía dos propuestas nacionales, pero eran unas ofertas igual de pequeñas y con las mismas condiciones que las que me daba Neys Books. Publicar con una editorial canaria me parecía una opción más anclada a la realidad. Esa es una forma de ser más honesta con el punto en el que se encuentra mi carrera literaria.

¿Cuál es su "radiografía" del instante que vive la creación literaria en el Archipiélago?

Vivimos un periodo de superpoblación de libros; un momento emergente para los autores locales. La criba literaria en Canarias no existe; se publica mucho y con unos criterios algo sospechosos. Aquí se ponen en el mercado historias que están a medio madurar o títulos que no tienen la calidad necesaria para estar en un expositor. También debo decir que hay cosas muy buenas, pero que las reglas del propio mercado no les permite sobresalir. Hay algo que no acabo de comprender: ¿Por qué un autor canario de narrativa tiene que compartir espacio en una estantería con un libro sobre la Virgen de Candelaria? Yo entiendo que esa ficción no va dirigida a un público canario, sino a cualquier lector que sepa español. La creación literaria canaria está bajo la influencia de un folclore que nada tiene que ver con el contenido de un buen libro.

¿Es igual de crítica a la hora de juzgar su obra?

Sí que lo soy... A veces me flagelo mucho con mi forma de escribir, pero eso es algo que no me importa porque entiendo que ahí existe una forma de avanzar. Esa tortura me hace ser mejor escritora. El secreto no es ser más o menos ácida conmigo mismo, sino no perder la objetividad ante lo que estás haciendo. Soy plenamente consciente de mis virtudes e intento que siempre se dejen ver en las historias a las que doy forma.

¿Qué tipo de historias le gusta contar?

Las que están pegadas a la realidad, a pesar de que luego se vayan por otros derroteros... Me siento una narradora de personajes porque estos son los que al final tienen que mover la historia que has pensado antes de escribirla. Soy una narradora obsesiva, pero con un gran sentido de la constancia... Ah, y un poco caótica.

¿Tiene miedo al folio en blanco?

Aunque muchos puedan pensar que no estoy siendo sincera, esa es una sensación agradable. Colocarme delante de un folio en blanco es una oportunidad para sorprenderme. Me gusta buscar retos y frustrarme como escritora, es decir, que no me conformo con contar siempre lo mismo. Si pasa un día en el que no escribo ni leo algo me siento fuera de lugar... Es como si no comiese o no respirara.

¿Hasta qué punto ha interiorizado ese proceso creativo?

Yo hacía ficción antes de empezar a escribir un diario. Eso es algo que está dentro de mí de manera natural y que he ido potenciando con el paso de los años... Soy incapaz de no transformar lo que está sucediendo y, por lo tanto, me gusta coger la realidad para convertirla en ficción. No sé concebir la vida sin ficcionizarla; no tengo capacidad de vivir sin escribir de las cosas que pasan habitualmente a mi alrededor.

¿Tiene claro cuál es el perfil de sus lectores?

Ese es un trabajo comercial que deben realizar las editoriales, no es algo que me corresponda hacer a mí... Para eso están los libreros. Yo escribo lo mejor que puedo, porque ojalá pudiera escribir como yo quisiera, y nunca pensando en el lector. Me colapsaría demasiado si tuviera que imaginarme qué es lo que quieren leer de mí. Me preocupa más lo que cuento y lo que dejo sin contar, porque igual de importante es lo que se lee en un libro como lo que no está en él. En este caso, "Silence" es un libro en el que lo que no se lee tiene un papel crucial. No me gusta pensar en un "target" porque me siento una escritora libre para elegir las historias que quiero en mis libros.

¿Cómo influye la crítica en su manera de escribir?

¿Un crítico de verdad? Trato de coger cosas buenas y me cuestiono todo lo que dicen colocando una distancia entre ellos y yo. Acepto las críticas, pero con mis filtros. No permito que ningún elemento extorno influya en lo que escribo. Me gusta recoger las opiniones de determinadas personas, pero los críticos literarios no me generan miedo, más bien me sorprende que hablen de mi libro. Esa es una sensación nueva, ya que hasta el año pasado siempre escribía para mí.

¿Espera que "Silence" sea juzgada con justicia?

En general, tanto en esta profesión como en todas las demás, deberíamos juzgar menos y tratar de comprender un poco más el por qué de las cosas. Mi crítica más dura es hacia una sociedad que se comporta de manera descarnada ante todo. No solamente desde una perspectiva literaria, sino en todos los sectores.