La población de pardela chica ha sufrido un descenso que ronda el 60 % en los últimos diez años, motivo por el que un grupo de biólogos ha iniciado en Canarias un estudio que persigue que esta ave pase de estar catalogada como "en peligro", y no solo como "vulnerable".

El último censo de la pardela chica (Puffinus baroli) en Canarias se remonta a finales de los ochenta, cuando se contaron unas 400 parejas. Sin embargo, la cifra no ha dejado de disminuir en las últimas décadas, hasta producirse "un severo declive".

Así lo considera Marcel Gil, uno de los directores del proyecto "Canarias con la mar", un programa destinado al estudio de vertebrados marinos, considerados de especial interés según las Directivas Europeas y que, entre otras líneas de investigación, trabaja en la recuperación de la pardela chica, una las especies más desconocidas y amenazadas de España.

Gil, en una entrevista con Efe, explica que esta especie vive una "situación crítica", además de encontrarse en un limbo de protección, ya que, a pesar de estar tipificada como "en peligro" en el "Libro Rojo de las Aves", esta catalogación no tiene "implicaciones administrativas".

En cambio, sí aparece como "vulnerable" en el Anexo I de la Directiva de Aves, lo que se traduce, según este especialista en aves, en que "oficialmente no está en peligro, de modo que no se destinan tantos recursos a su conservación".

La situación de la pardela chica se ha visto agravada en la última década debido a causas aún desconocidas, aunque Gil no duda en apuntar hacia depredadores como la rata y el gato y al alumbrado público cerca de las colonias de crías como principales razones de su retroceso.

Para este ornitólogo, las ratas y gatos depredan sobre pollos y adultos, "mientras que los alumbrados eléctricos desorientan a las aves juveniles cuando abandonan el nido para adentrarse en el mar".

A pesar de los graves inconvenientes a los que parece enfrentarse la pardela chica, aún existen colonias en las islas de El Hierro, Tenerife, La Gomera, Fuerteventura y Lanzarote y, en menor medida, en La Palma y Gran Canaria, aunque el principal enclave sigue siendo el archipiélago Chinijo: Montaña Clara y, sobre todo, Alegranza.

Peor suerte ha corrido el islote de Lobos, al norte de Fuerteventura, donde hasta hace unos años vivía una importante colonia de pardela chica, hasta que los depredadores terminaron por hacer desaparecer la especie, tal y como explica este biólogo.

Marcel Gil recuerda que en Lobos hubo gatos "hasta hace muy poco" -"el último murió de viejo y apenas se actuó"- y añade que no se puede "permitir que la presencia de depredadores introducidos por el ser humano altere ecosistemas como el de Lobos, hasta convertirlo en un islote muy degradado en cuanto a hábitat y biodiversidad".

Además, este biólogo alerta del aumento de gaviotas en la zona procedentes de los vertederos de Puerto del Rosario, que han cogido el islote como lugar de cría, "esto junto a los depredadores probablemente condujo a la desaparición de la pardela chica", agrega.

El proyecto "Canarias con la mar", realizado por el grupo de Investigación de Cetáceos junto a la Universidad de La Laguna (Tenerife), cuenta con la dirección en el área de aves de los biólogos Marcel Gil y Juan Bécares y por la doctora Natacha Aguilar en cetáceos.

En cuanto a aves, el proyecto persigue frenar la disminución de la pardela chica y, aunque Gil reconoce que "puede que se haya llegado tarde, hay que exprimir hasta la última opción que quede para conservarla".

Estos especialistas en aves han comenzado una nueva estima poblacional junto a una actualización del área de distribución en tierra y mar y el próximo invierno realizarán marcajes de GPS en algunos ejemplares.

El trabajo incluye también una valoración de las causas de declive mediante la toma de muestras biológicas y la observación directa en todas las colonias. Uno de los objetivos finales es que el ave sea clasificada "en peligro".

La pardela chica cría en invierno, a diferencia de la cenicienta, y está en la colonia desde diciembre hasta principios de junio, cuando vuelan los juveniles. "El resto del año lo pasa en el mar, presuntamente en Canarias y sin realizar las grandes migraciones transoceánicas propias de otras especies de aves marinas", explica Gil.

"Canarias con la mar", financiado por la Fundación Biodiversidad, cuenta con el apoyo del Ministerio de Medio Ambiente, Gobierno canario, los cabildos de Fuerteventura, Lanzarote y Tenerife y el Ayuntamiento de El Pinar, en El Hierro.

El programa también trabaja en otras dos problemáticas de conservación de fauna marina: las interacciones de delfines y la pesca tradicional de El Hierro y las colisiones de embarcaciones con cachalotes y otros cetáceos.