Para Greenpeace, "no existe ninguna forma segura de extraer petróleo en aguas profundas". Tan rotunda afirmación está contenida en su último informe "Petróleo no, ni aquí ni en el Ártico". La organización considera que este tipo de pozos supone "enormes riesgos de vertidos, incendios y contaminación".

Este periódico se puso en contacto con Repsol para conocer su opinión sobre las argumentaciones presentadas en el documento por la ONG, pero la empresa beneficiaria de las autorizaciones para realizar las catas en las aguas próximas a Canarias declinó pronunciarse.

Greenpeace sostiene, entre otras cosas, que las prospecciones "podrían tener consecuencias catastróficas sobre la principal actividad económica del archipiélago, el turismo" y asevera que "el punto más cercano del espacio en que Repsol puede perforar está a 9,7 kilómetros de la costa de Fuerteventura y a 18 kilómetros de Lanzarote".

También recuerda que Lanzarote y Fuerteventura dependen de la buena calidad del agua de mar para su abastecimiento de agua potable (agua desalada).

Y es que el documento detalla que, aunque los impactos no se limitan a la etapa de extracción, "las diferentes fases de la investigación en la búsqueda de hidrocarburos en el mar producen unos impactos ambientales diferentes", si bien la más peligrosa "sin duda" es la de extracción por "el riesgo continuo de vertidos significativos y de la contaminación sistemática por hidrocarburos en las zonas limítrofes".

Contra el argumento de las petroleras, que aseguran que las tecnologías actuales brindan un gran margen de seguridad, la ONG apunta que las válvulas de seguridad de las plataformas marinas presentan "graves defectos de diseño" y "podrían originar un problema similar al ocurrido en la plataforma Deepwater Horizon de BP en el Golfo de México en cualquiera en aguas profundas".

Por otra parte, los críticos a Greenpeace recuerdan que la ONG está aprovechando que "los sondeos están de moda" para ganar visibilidad.