Si le permitieran realizar una entrevista a Felipe VI, él tendría claro cuál sería el punto de partida de ese interrogatorio. "Lo primero que le preguntaría sería, ¿qué tal está tu cuñado?", asegura el presentador del programa "Salvados" (La Sexta). Jordi Évole (1974) participó ayer en un cara a cara con Juan Cruz que se celebró en el Espacio Cultural CajaCanarias de la capital tinerfeña. Ambos debatieron en clave periodística en un acto organizado por el colectivo Construcción Democrática. "Yo iba a venir con un plasma, pero ya que están por aquí no queda otro remedio que aceptar alguna que otra pregunta", precisó el presentador, humorista y guionista nacido en Cornellá de Llobregat.

Évole en las distancias cortas no parece tan fiero, pero tampoco se achanta. A pesar de las prisas, trata de responder a todas las cuestiones impregnando sus frases con el mismo espíritu suicida que deja ver cuando es él quien se pone en el papel de entrevistador. "Mi vida ya se ha normalizado", avanza tras interesarnos por el huracán desatado tras la emisión del falso documental "Operación Palace", una experiencia televisiva que captó la atención de 5,2 millones de espectadores y 23,9% de cuota de pantalla. "Lo más importante en esta vida, en general, es restarle importancia a las cosas, relativizarlas y no exagerarlas. Creo que si alguna cosa hicimos mal fue decir que todo aquello era mentira porque está claro que en este país puedes hacer una portada de un periódico de mentira y no pasa nada. Ahora, si al final lo acabas explicando en la contraportada la gente se enfada", precisa antes de confesar que lo "más curioso fue ver que las personas que más cabreadas estaban formaban parte del gremio de la comunicación. El espectador normal se limitó a pararme por la calle para decirme: ¡Qué cabrón, sabe que yo fui uno de los que se la tragó!".

Lo que sí sorprendió a Évole es que se presentara una denuncia por una mala praxis. "Todo lo que hicimos podía tener alguna conexión con el periodismo, pero no dejaba de ser una ficción y por lo tanto no se puede juzgar desde los cánones del periodismo. Yo, por citar un ejemplo más reciente, he visto a compañeros informando del Mundial de Brasil luciendo una publicidad de Iberdrola y aquí nadie ha denunciado que eso sea motivo de una mala conducta", comparó un articulista que al mediodía de ayer recibió en Guía de Isora el premio que le concedieron en la VIII edición de MiradasDoc.

"Sinceramente, para mí es más denunciable lo segundo que lo primero desde un punto de vista periodístico porque eso sí que tiene que ver más con nuestra profesión y, sobre todo, con lo que publicamos", insistió minutos antes de hacer su aparición en un Salón de Actos de CajaCanarias que aguardaba con una elevada expectación el mano a mano entre Jordi Évole y Juan Cruz.

El comunicador barcelonés no perdió la oportunidad de contar que alguna que otra vez se ha llevado una sorpresa mientras ejercía esta profesión. "Algún entrevistado me reprochó mi estilo con frases como.Yo no me esperaba esto de ti; cuando te conocí no eras así... Entonces yo le respondí, y usted tampoco era así".

Después de casi dos décadas y media en el mundo de la televisión Évole no encuentra motivos para el arrepentimiento cuando se tensa la cuerda entre el entrevistador y el entrevistado, o cuando busca datos cuya difusión genera un malestar. "No soy aficionado a atracar a alguien por teléfono, pero al final no queda otra alternativa. A mí no me agrada que las cosas se hagan así, pero ante problemas extraordinarios tenemos que poner en marcha unas medidas extraordinarias", puntualiza sobre los riesgos que asume.

Respecto a la idea de si se considera un referente para las nuevas generaciones de periodistas, Évole recurrió a un comentario que le hizo un amigo. "David Trueba me dijo una vez que yo estaba en un momento en lo que lo único que ya podía hacer era decepcionar. Me lo dijo hace ahora dos años y le sigo dando vueltas a esa idea. El periodismo no está bien, pero si hay ilusión aquí hay sitio para los jóvenes", concluyó.