Una vez al año, en el día de San Juan, la cabra no tira para el monte, sino para el muelle. Ayer volvió a celebrarse en Puerto de la Cruz el rito ancestral del baño de las cabras en el mar. Cinco rebaños del Valle de La Orotava, más de mil cabezas, llenaron la playita del puerto viejo para, una por una, pasar el ritual de entrar en el agua, sumergirse y regresar a tierra "purificadas". Miles de personas pasaron por el muelle, entre las siete de la mañana y las doce del mediodía, para contemplar una costumbre que el historiador Manuel Lorenzo Perera considera una herencia de los viejos guanches.

Los cabreros, casi siempre marginados por la sociedad y las instituciones públicas, fueron ayer orgullosos protagonistas en una jornada que supone un regreso al pasado más remoto de Canarias. "La cultura pastoril es la cultura más antigua de las Islas. Los guanches eran pastores", destaca Lorenzo Perera, el historiador que más ha indagado sobre el baño de las cabras.

Perera subraya que este rito está relacionado con la fecundidad. Recuerda que los cabreros viejos le contaron en los años 70 del siglo XX que bañaban las cabras por tradición, "porque antes lo habían hecho sus padres y sus abuelos".

"En 1974, hablando con un señor de Teno Alto de 94 años de edad, que toda la vida tuvo cabras y vivía en una cueva, don Modesto Martín Dorta, me contó que bañaban las cabras para que se revolcasen y entraran en celo. Era un ritual relacionado con la fecundidad, con la continuidad vital", evocaba ayer Lorenzo Perera.

"La tradición se perdió entre 1960 y 1982. En 1983 fueron unos cabreros a bañar las cabras a la playa de El Charcón y la Policía Local los quiso echar. Yo les pedí que los dejaran, que aquello era una tradición inmemorial que había que proteger. Luego el Colectivo Cultural Valle de Taoro la recuperó unos años, hasta que la cogió Chucho Dorta. Desde su muerte, en 2002, la mantiene la Asociación Cultural Amigos del Baño de las Cabras en el Mar, liderado por Amílcar Fariña", detalla el historiador portuense.

Organizadores y cabreros volvieron a cumplir, pero se echó en falta más implicación institucional, que dé más brillo y promoción a una cita de gran interés etnográfico, "que ha desaparecido en casi todo el mundo y se ha mantenido aquí y eso es un privilegio", recalca Lorenzo Perera.

Había paneles informativos traducidos a varios idiomas, pero por la falta de un sistema adecuado de colocación, tuvieron que retirarse porque se caían. Una lástima que no pudiera ofrecerse más información sobre el baño, por ejemplo mediante un folleto explicativo, ya que muchísimos turistas volvieron a contemplar sorprendidos una costumbre que estuvo perdida y se recuperó gracias al tesón de unas pocas personas.

Esta cita con la tradición ganadera más añeja aspira a convertirse en Bien de Interés Cultural (BIC). Una petición que ya cuenta con el apoyo unánime del Pleno del Ayuntamiento de Puerto de la Cruz.