Isabel Coixet pasa del drama al terror psicológico en "Mi otro yo", filme con la televisiva Sophie Turner ("Juego de tronos") y con el que la directora catalana se ha divertido al usar unos códigos de género que desconocía, pese a reconocer que "da un poco de vértigo hacer cosas que no has hecho".

"Creo que los directores nos cansamos de nuestros rollos, de nuestras obsesiones y necesitamos regenerar la cabeza, hacer otras cosas, buscar otros públicos, abrir otras vías y en un momento determinado me llegó esta novela y me pareció que había una historia que valía la pena contar", explica la directora en una entrevista con Efe.

En el jardín de un hotel de Tenerife, donde estos días rueda su siguiente proyecto, Coixet se muestra relajada en compañía de la joven Turner, con la que no para de bromear e intercambiar comentarios sobre la ropa que lleva la actriz o sus altísimos tacones, innecesarios con su altura de 1,75.

En "Mi otro yo" Turner es Fay, una joven escocesa que lleva una vida idílica y que de repente tiene que enfrentarse al diagnóstico de esclerosis múltiple de su padre y a las misteriosas apariciones de una doble, que le hacen pensar que se está volviendo loca.

Un personaje tan atormentado como su Sansa Stark de "Juego de Tronos", explica la actriz entre risas, aunque Fay es diferente porque "es muy fuerte" y "nunca huye de nada", un papel que supone un cambio de registro para ella pero más aún para Coixet, quien pese a la buena experiencia, no tiene intención de seguir en el terreno del terror.

"No voy a empezar una carrera del terror, simplemente hay momentos en la vida en los que te apetece hacer algo muy, muy diferente, no es un plan preestablecido", resalta la realizadora, dispuesta a seguir cambiando aunque reconoce que no todos los géneros le atraen. "Yo en comedia musical no lo sé, no me veo".

Pero sí en una historia de terror. Porque cuando recibió la propuesta, llevaba un tiempo leyendo historias, novelas, cuentos, que tenían que ver con el suspense y con el terror psicológico, lo que le animó a involucrarse en el proyecto, unido al deseo de explorar la adolescencia -"es un terreno que tengo muy cerca porque tengo una hija adolescente", precisa-.

Y para poner en marcha la historia era necesario encontrar a la actriz adecuada y llegó Sophie Turner, mucho antes de que protagonizara "Juego de Tronos" y se hiciera tan conocida como es ahora.

"Cuando hicimos el ''casting'' ella tenía 16 años, acaba de cumplirlos (...). Vi a muchas chicas y ella me pareció increíble, hizo una audición de esas que nos hizo llorar a todos, nos puso la carne de gallina", recuerda Coixet, que asegura que Turner "es la antítesis de una estrella de Hollywood".

Además la presencia de Turner en la película puede darle una dimensión diferente a la de sus trabajos anteriores.

Porque "habrá mucha más gente que vaya a ver la película que sepa quien es Sophie que quien haya visto mis películas y me parece bien. Si va un público adolescente o joven también es verdad que pueden interpretar la película de una manera diferente a un público adulto", algo en lo que Coixet se muestra muy interesada.

Y si la directora habla bien de la actriz, no lo hace menos bien la joven de la responsable de su debut en el cine.

"Ha significado mucho para mí trabajar en este filme. Leí el guión y mi agente me dijo: ''tienes que ver ''Mi vida sin mí''. Así que la vi y me dije: tienes que trabajar con esta directora", explica Turner, muy expresiva.

Una película que se estrena mañana en España y que antecede a todo un aluvión de trabajos de Coixet.

Está finalizando en Tenerife el rodaje de "Nobody wants the night", con Juliette Binoche, Rinko Kikuchi y Gabriel Byrne; a finales de año se estrenará "Learning to drive", con Ben Kingsley y Patricia Clarkson, y ya tiene escrito el guión de "The bookshop". "Espero que dentro de un año exista, crucemos los dedos".

Una coincidencia de trabajos fruto de la casualidad.

"Son proyectos que llevaban muchos años de preparación", explica la realizadora. Empezó a hablar de "Nobody wants the night" hace cuatro años, tras hacer "Elegy". Un guión de Miguel Barros ("Blackthorne") que ha sido todo un desafío. "Cuando me lo dio, pensé, no sé cómo hacerla, pero me va a dar mucha rabia que la haga otro".

Cuando le propusieron hacer "Learning to drive" ni siquiera pensaba que se fuera a hacer porque es una película sin género determinado y difícil de producir -"es una especie de comedia pero al final no es una comedia", explica de forma ambigua- y en medio, "Mi otro yo".

Proyectos que se encadenan porque la directora busca aventuras y contar historias a las que accedan otros públicos, pero sobre todo proyectos interesantes. "Cada vez entiendo menos el mundo, pero maneras de abordar ese no entender el mundo, cada vez hay más", asegura.