En un panorama de regresión demográfica generalizada, no parece casual que Baleares y Canarias destaquen, junto a la ciudad autónoma de Melilla, como las únicas comunidades del país donde la población creció durante el año 2013, tal y como reflejan los datos provisionales hechos públicos este lunes por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

La razón fundamental de este comportamiento hay que relacionarla con el rol de economía de servicios que representan ambos archipiélagos, con un protagonismo destacado del subsector turístico, lo que supone un factor de crecimiento en una coyuntura de crisis y, paralelamente, un foco de atracción de mano de obra.

El incremento de población que registró Tenerife durante el año 2013 -hasta alcanzar la cifra de 897.879 habitantes, lo que la sitúa como la más poblada del archipiélago, donde representa el 45,6% de la población- se debe, mayoritariamente, a la llegada de extranjeros, que sumaron 2.776 nuevos residentes, frente a los 1.679 que alcanzaron los nacionales, para un total de 4.455 registros.

A falta de conocer con más detalle los orígenes precisos de estos flujos de inmigrantes, los datos recogidos por el INE apuntan a que la población de nacionalidad española que decidió retornar procedía, entre otros países, de Cuba y Venezuela, principalmente, comunidades ligadas tradicionalmente a Canarias.

No obstante, este incremento no esconde la creciente "huida" de población, una migración hacia el exterior que se intensificó a lo largo de 2013 en relación al año anterior, en buena medida como consecuencia de la falta de alternativas del mercado laboral.

Así, un repaso a los grupos de edad pone de manifiesto el descenso de residentes que se produjo en Tenerife en 2013, respecto a un año antes, en el rango que va desde los 15 a los 39 años (fundamentalmente jóvenes en periodo de formación y en edad laboral), así como entre los menores de 5 años, consecuencia del estancamiento del crecimiento vegetativo. Además, a estos grupos se añade el de aquellas personas entre 75 y 79 años, un factor que se explica por la llegada a estas edades de las generaciones nacidas durante el periodo de la Guerra Civil, lo que en conjunto representó una merma global de 3.130 personas.