Dos guardias civiles de Tráfico, el domingo por la tarde, se empeñaron, sobre todo el que iba en cabeza, en amonestar a los conductores que, a su juicio, habían cometido alguna irregularidad, pero con el vehículo en marcha.

Les aseguro que pusieron en peligro la circulación en la autopista del Norte, sentido Santa Cruz, sobre las cinco y pico de la tarde más o menos. Un proceder insólito que yo jamás había visto.

Luego la tomaron con un mago que llevaba dos vacas en el camión (era la romería de La Orotava) y creo que iban a por él. igo creo porque yo tuve que seguir mi ruta, bastante perturbado por la actuación de los agentes, sobre todo, repito, del que circulaba en cabeza.

No es normal esto en los agentes de Tráfico, por lo general muy prudentes y respetuosos con la seguridad. Estos reducían la marcha y se ponían a hablar con los conductores elegidos, lo que provocaba retenciones y colas detrás, ya que los agentes tenían que reducir su marcha para acoplarla a los automovilistas interpelados.

Espero no volver a ver esta escena, que me parece absurda. Por suerte para ellos no se toparon con su general, que estaba en la romería de la Villa y que podía haberlos trincado in fraganti. Así no se vela por la seguridad.

Si quieren parar un coche, que lo paren y que lo multen (uno lo merecía, porque se metió de improviso en el carril de la izquierda delante de los guardias), pero que no pongan en peligro la circulación cuando su misión es velar por todo lo contrario. Y se lo dice uno que admira su trabajo y que es amigo del cuerpo.

En fin, que esto se cuenta para que se mejore la actuación, no en un afán de que se tomen medidas contra los agentes. Simplemente que se les advierta que pusieron en peligro la seguridad vial, en mi opinión. Que no siempre es el ciudadano quien infringe las normas, también lo puede hacer la Benemérita, aunque ignoro si para esta también rige el Código de la Circulación.

Es que las carreteras se ponen insoportables, y más los domingos, días en los que hace su aparición el terror de los mares, el dominguero, mago de toda solemnidad que no sigue sino sus propias normas, que suelen ser disparatadas y anárquicas, que vienen a ser lo mismo.

En fin, que esto es lo que vi y que esto es lo que les cuento. Repito que lo hago sin acritud, pero con firmeza.