El envejecimiento de la población canaria es progresivo, pero imparable. No hay indicador demográfico que no refleje el proceso que están viviendo las Islas. Los últimos datos del Instituto de Estadística de Canarias (Istac), que llegan hasta 2013, indican que el Archipiélago ha alcanzado la simbólica edad media de 40 años. Hace solo 14, cuando comenzó el siglo, esta cifra era cuatro años inferior.

Este ingreso de la Comunidad Autónoma en la cuarentena se suma a un paulatino incremento de la tasa de dependencia -la relación entre la población de niños y ancianos y la de quienes están en edad de trabajar para, teóricamente, mantener a los primeros-, que roza el 30%, lo que significa que por cada diez adultos potencialmente activos hay tres menores de 16 o mayores de 64. Si la tendencia persiste, el relevo generacional está en entredicho y la sostenibilidad del sistema de pensiones puede peligrar.

Sin embargo, la situación de cada una de las islas es muy diferente. Las cifras dibujan un mapa demográfico claramente dividido en dos sectores: este y oeste. El primero, al calor del rejuvenecimiento que aporta la inmigración, presenta unas tasas de juventud considerablemente superiores a las de los territorios occidentales, en tanto que estos soportan una población más envejecida y dependiente. Así, la media de edad de Fuerteventura -36,4 años- es casi cuatro años más baja que la del conjunto del Archipiélago. La isla más al oeste, El Hierro, se sitúa en el extremo contrario y registra una media de 44,2, más de cuatro por encima del promedio. De cualquier manera, no hay excepción a la regla: todas las islas han visto cómo la edad de su población ha aumentado en los primeros años del siglo XXI.

El municipio con una edad media más elevada es Garafía, en La Palma, que supera los 50 años (50,6). La capital de Fuerteventura, Puerto del Rosario, registra la más reducida de la región: 35 años. Todas las localidades de La Palma, La Gomera y El Hierro sobrepasan la cuarentena, y tres -Agulo y Vallehermoso, además de Garafía- se sitúan por encima de los 50. Por el contrario, solo dos municipios de las islas más orientales -Haría, en Lanzarote, y Betancuria, en Fuerteventura- rebasan los 40.

Pero la media de edad no refleja todo el fenómeno del envejecimiento de la población canaria. Lo hace con más precisión el índice de vejez, que expresa el porcentaje de 65 y más años en relación a la población total. La estadística oficial apunta a que esta tasa ascendía al 14,4%, mientras que a principios de siglo era del 11,9%. Esto indica que 14 de cada cien residentes en el Archipiélago son ancianos o están cerca de serlo.

Nuevamente es Fuerteventura la isla con una menor tasa de vejez -8,2%- y El Hierro la que presenta los datos más elevados -un 22,1%. El municipio más envejecido, en cambio, se localiza en La Gomera. Se trata de Agulo, con un 33,27%, al que separan más de 26 puntos del que contabiliza unos menores registros de vejez, Pájara, con apenas un 7%.

Al tiempo que se incrementan los índices de envejecimiento disminuyen los de juventud, si bien en menor medida. Esta tasa, que mide la proporción de menores de 15 años respecto al total de residentes, se cifra en el 14,5%, cuando en el año 2001 era de prácticamente el 16%. La tónica de los anteriores indicadores se repite aquí: las islas orientales, con Fuerteventura a la cabeza -16,5%-, concentran los mayores contingentes de niños, y las occidentales, sobre todo La Gomera -11,7%-, los menores.

La escasa presencia de población infantil es especialmente patente en ocho municipios, que no llegan ni siquiera al 10% de menores de 15. Son San Andrés y Sauces y Garafía (La Palma), Vallehermoso, Hermigua y Agulo (La Gomera) y Valleseco, Tejeda y Artenara (Gran Canaria). En los dos últimos, la proporción de niños supera por poco el 6%.

También la tasa de dependencia ha evolucionado al alza desde que empezó el siglo. Entonces era del 27,9% y en 2013 se situó rozando el 29%. Otra vez es El Hierro el territorio insular con una mayor proporción de niños y ancianos -un 34,4% de la población total- y Fuerteventura el que menos -24,8%-, y también de nuevo es Agulo (La Gomera), con un 42,1%, el municipio con más dependientes -entendidos como las personas cuyo sustento depende de la población activa- y Pájara (Fuerteventura), con un 23,3%, el que menos registra.

¿Y cuáles son los datos de las capitales canarias? Ambas presentan una situación demográfica muy parecida, aunque Santa Cruz de Tenerife, en la línea de los territorios occidentales, parece algo más inclinada al envejecimiento. Así, las dos ciudades tienen similares edades medias (41,8 Santa Cruz y 41 Las Palmas de Gran Canaria), índices de dependencia (29,7%) y 31%), vejez (17,4% y 15,9%) y juventud (13,5% y 13,8%).

Si la estadística del presente traza el perfil de una sociedad abocada al envejecimiento, las proyecciones lo confirman. El Instituto Nacional de Estadística (INE) calcula que en el año 2023 los mayores de 65 representarán en las Islas el 19% de la población, y prevé que los menores de 16 supongan solo el 13%.

El problema es general: afecta a toda España y la Unión Europea. A esta situación han contribuido el crecimiento constante que ha experimentado la esperanza de vida y la paulatina reducción de las tasas de natalidad y fertilidad, en las que Canarias ha protagonizado un giro absoluto: de ser una de las regiones más natalistas a colocarse en la cola del país.

El informe del grupo de reflexión sobre el futuro de la UE en 2030 -del que formaba parte, entre otros, el expresidente español Felipe González- ya advertía de que, de mantenerse esta evolución, la relación entre población activa e inactiva caerá "en picado" y el sostenimiento de los sistemas de protección social correrá peligro. Las políticas que los expertos recomendaban entonces -en 2010- se dirigían hacia el fomento de la natalidad, el crecimiento de la productividad, el incremento de la participación en el mercado de trabajo y un "cambio de actitud" hacia la inmigración que permita atraer a los extranjeros más cualificados. El reto está servido, en Europa y en Canarias.