No sé si será coincidencia, válgame el Cielo, pero hay parlamentarios que llevan años y años ejerciendo y los tiempos no pasan por ellos. Presentan sus cabelleras en colores y tonos distintos y jamás les aparece una cana. o sé si será el "Just for men", la coquetería masculina, o si han llevado un estilista al Parlamento de Canarias, pero, fíjense, si no, en lo que digo. Manolo Fernández (PP) luce un pelo azabache del mismo color que el cuervo de ese nombre -lo llamaban "Azabache"- que vivía en La Frontera (El Hierro), porque yo creo que ya el animalito murió. Antonio Castro Cordobez (CC), el presidente de la Cámara, no tiene ni una cana, no sé si será obra de la tinta tintorina de la marca "Tarragó" o de la propia naturaleza del señor diputado. O de las dos cosas, toquito aquí, toquito allá. Y José Miguel González Hernández (CC) luce un rubio tirando a caoba que no se lo salta un galgo. Digo yo que la gran inteligencia del hombre le hará brotar la cabellera pincha de ese color; es decir, que la propia pelambrera tenga miedo de encanecer, dada la personalidad de "Speedy" González. Había un anuncio en la radio, años ha, en tiempos de la Oprobiosa, que rezaba así: "o te olvides, Catalina/de teñirme el albornoz/ con la tinta, tintorina/de la marca "Tarragó". En fin, que no me extrañaría que, un día, Pedro el Curiel, paz descanse, peluquero que fue del Puerto de la Cruz, se aparezca en ese Parlamento, en cuerpo mortal, para aconsejar a sus citadas señorías y a otras más de los beneficios de un buen repaso capilar, tinte incluido. A mí me parece bien que los hombres cuiden su estética, no van a ser siempre las mujeres. Y que hagan cualquier cosa para conservarse jóvenes. Pero no se debe pasar nadie de Dorian Gray, porque en el Parlamento no hay cuadros que envejezcan en lugar de los parlamentarios. Habrá que llamar a Oscar Wilde para que nos haga una nueva modificación de su historia, versión bufa. Que sería la tercera o la cuarta, no recuerdo bien. Miguel Cabrera Pérez-Camacho, al que acusan siempre de machista -injustamente, porque no lo es-, acaba de tener otro rifi-rafe con una feminista. Las feministas son muy pesadas y muy celosas de su rollo, dicho sea con las excepciones debidas. Pero Miguel se pasa por el arco del triunfo todas esas acusaciones estúpidas -y también yo- y seguirá toda la vida con su cachondeo. Me llama Miguel, no para eso, sino para contarme una anécdota del abogado, catedrático, poeta, escritor y diputado a Cortes por el Partido Republicano tinerfeño, don Ramón Gil-Roldán, paz descanse también. Salía del Casino don Ramón, a coger un taxi. El taxista, miembro de la CT, le abrió la puerta del coche al grito confianzudo de: "¿A dónde te llevo, compañero?". Don Ramón, que era un hombre exquisito, le contestó: "Usted se va a la puta de su madre y yo a coger otro taxi". Me lo contaba Miguel, descojonado. Estas son las anécdotas que quedan. Se cuenta de don Ramón que les llevaba puros a los ujieres del Congreso de los Diputados. Otro parlamentario le preguntó un día, extrañado de tanto tabaco regalado: "Oiga, usted, don Ramón, ¿y por qué le trae usted estos habanos a los ujieres?". A lo que el gran republicano tinerfeño, probablemente desencantado de la República, le respondió: "Porque cualquier día a uno de éstos nos lo mandan de gobernador civil a Tenerife". o le valió de nada a Marcos Brito que Carlos Alonso, el del Cabildo, le "mantuviera" las fiestas del Poder de Dios y la Virgen del Carmen (bonito discurso lleno de lugares comunes), porque parece que designan candidata a Sandra Rodríguez, en otro tiempo presa de aturdimiento patológico con Marcos y hoy su cordial enemiga. Al menos esto es lo que dice "El Diario de Tenerife.com", que ya saben que lo larga todo sin cortarse un pelo. Les ha entrado a todos la prisa, como si se estuviera quemando el convento; ¿se estará quemando de verdad? Pregón bonito el que le va a leer a la Virgen del Carmen del Puertito de Güímar el ilustre galeno Rigoberto Díaz, que entre otros milagros -es más milagroso que la propia Virgen- hizo andar sin muletas a un cojo de toda la vida que fue atropellado a las puertas de su consulta. o sé lo que le hizo el buen doctor al hombre, pero el cojitranco ha abandonado sus esquís y ahora se hace llamar "Messi". Como el doctor Rigoberto Díaz se halla también jeringado de las clancas, cada vez que pasean los dos, "Messi" y él, por Güímar, parecen dos limpiaparabrisas. Ya saben que todos los magos son del Barcelona, aunque la excepción está en el galeno de referencia, que es merengón. Si ustedes transitan por el Puerto de la Cruz, como he hecho yo en estos días, fíjense bien en los comercios cutres de la ciudad, en los que sólo se venden esos horrorosos loros de colores, de fieltro, que se llenan de polvo a causa del tiempo que llevan en el escaparate. Cuando un turista despistado, que ha visitado el Loro Parque y se ha quedado con ganas de loros, lo compra, le entra el síndrome del estornudo, que no para hasta que llega a su país y tira al animal por la ventana. Una vez, un mago compró un loro de los de verdad y lo llevaba todo el día al hombro. Y lo llevaba también cuando fue a la Intervención de Armas de la Guardia Civil a legalizar la escopeta (todos los magos tienen una escopeta). El guardia del mostrador preguntó, en voz alta: "Oiga, ¿el animal habla?". Y ante el silencio del mago, no dándose por aludido, el loro respondió, refiriéndose a su dueño: "o sé". ¿Ustedes han visitado la pasarela de San Telmo, que permite el acceso, en fila india, de bañistas a la rada de El Boquete? Una obra de ingeniería. En mi vida he visto una obra provisional tan atroz. Parece una atracción de Port Aventura. Si van por allí no se lo pierdan porque es digna de verse esa rampa o escalera, en la pericosia, cubierta con plásticos abominables y de una estrechez insultante, rampa que no se la salta un turista bañoso. Y ya me he quedado sin cosas que contarles, porque como es verano enseguida se me acaban los temas de la semana. Además, estoy perdiendo la memoria próxima porque a los individuos de edad provecta -como un servidor- siempre nos mantiene la memoria remota. Y eso.